Vi la turbación en su rostro y me fui dándole vueltas a eso. Eran tres adolescentes, regresaban del colegio al mediodía. Venían hablando agitados. Era en un día de viento y lluvia de diciembre. Dos chicas y un chico. El chico parecía de origen sudamericano, un español de allí. Ellas eran de aquí. Me llamó la atención el chico porque tenía el pelo teñido de color granate. Cuando me crucé con ellos me fijé en las raíces negras de su cabellera frondosa. Ella decía algo de su madre. Supuse que estaban planeando algo. Tal vez reunirse en casa de uno de los tres o ir a alguna parte juntos, a una fiesta, una quedada con más amigos o un botellón. No sé. En aquella turbación había una chica vestida de colegiala, delgada, alta y bonita. El viento despeinaba su cabello levemente rizado y sus mejillas sonrosadas proporcionaban una irradiación a su ser que me atrajo durante esos instantes en los que pude observarla fugazmente. Su expresión de confusión tal vez era porque quería decir algo que
Para Julio Pulido Moulet y Juan Cristobal La niña entra en el vagón acompañada de un niño algo mayor que ella, dos mujeres y un hombre. Tendrá doce años. Yo estoy sentado y ella se sitúa frente a mí. Se agarra a la barra. Una bolsa de tela con los colores del arco iris cuelga de su hombro. Habla en catalán con una de las mujeres. Está claro que son su familia. No sabría decir si la señora con la que habla es su madre, aunque más bien parece su tía o una amiga de sus padres. Su cara tiene una expresión adulta y entonces puedo verla en el futuro. Voy leyendo «LA FIESTA DEL CARNAVAL» un poema de Julio Pulido Moulet: No será que la vida/ es una farsa, un engaño, / y tan solo hay un día/perdido en el calendario/ en el que somos reales/ porque vamos disfrazados… A la chica del pelazo la veo de espaldas, es alta, me recuerda a ti. No veo que es china hasta que se da la vuelta. La del gorro canela de NY, también me recuerda a ti. No la puedo ver bien, se ha puesto de lado. Ahora voy leyendo «5