Para el pequeño Félix González García-Soldado, y para Iván Al salir del mar, el muchacho sintió un ardor intenso en el lugar de la herida. Frunció el ceño y se puso a otear el cielo profundo mientras su padre, arrodillado en la playa, escudriñaba el surco que serpenteaba perforando la piel y la carne de su brazo. Mientras le curaba, le contaba que las anemonas del Tirreno descansaban junto al dios Dioniso. También que los etruscos, en la edad de hierro, vinieron de Lidia y estaban dirigidos por un príncipe que dio su nombre al mar. El muchacho le preguntó y su padre respondió: Tirreno. Entonces pensó en todos los dioses del mar e imaginó que su padre bien podría ser Poseidón y que él podría ser Teseo y su hermano, seguramente, sería Atlante… aunque él sabía que su padre también era Ulises. Lo sabía por su fuerza y valentía, y porque una vez le contó lo de la guerra de Troya y por eso tenía la certeza de que estuvo allí. El gran azul les pertenecía; permanecía en su corazón, al ig
Lo dice Ignatius J. Reilly en "La conjura de los necios" , esa sátira que critica la sociedad estadounidense de la década de 1960, novela de John Kennedy Toole , que escribió en los primeros años 60. No pudo publicarla y, dicen que frustrado, se suicidó en el 1969, tenía 32 años. Su madre intentó publicarla en unas cuantas editoriales y siempre acababa en la papelera. En 1980, cuando casi tenía 80 años, el escritor Walker Percy se interesó por la novela y una editorial universitaria de Louisiana la publicó sin demasiadas expectativas, aunque en unos meses, el éxito fue enorme, y en 1981 ganó el premio Pulitzer. Ignatius J. Reilly, personaje de la novela, deja perlas como esta del título: "El conformismo es el veneno que mata los sueños" o "La resignación es el último refugio de los cobardes"... Últimamente veo muchas historias que hablan de #Liderazgo contando cómo debe ser... y todas están tan llenas de eufemismos... que me recuerdan a Ignatius J. Reil