Para Miguel Esparza, Michu. In memorian. Nos conocimos en Padua, en el porche de la casa de Olga y Bruno, era la comunión de Sofía y Marta. Estabas allí fumando un cigarrillo liado con tu hermano Sergio. Sin más preámbulos me interrogaste pretendiendo ser un tipo molesto, de esa forma tan directa que interrogan los hermanos mayores de las chicas. Los demás sonreían viendo como ponías la máquina en marcha; fuerza en la voz y tranquilidad en los gestos hasta convertir aquel momento en un lugar acogedor. El sol de aquella mañana en Italia me parecía de un decorado de correspondencia para aquella conversación mientras hablaba contigo y tu aceptación me iba acercando a ti. Miro tus medallas en la mesa junto a tus fotos, Berlín, Roma, Atenas… son de todos esos maratones que te fuiste echando a la espalda. Ha venido mucha gente a despedirse de ti, han venido de muchos sitios, de muchas etapas de tu vida. Y todos hablan de esa alegría que llevabas siempre puesta, de toda esa bondad
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein