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esa frase de Karl Marx

Para Verónica

La mujer se acercó al espejo para pintarse y el hombre la observó en ese momento para grabarlo en su memoria. Aquellos últimos minutos antes de salir a votar no cambiaban una realidad hostil, la vida ahí afuera no le estaba siendo favorable con los asuntos mundanos, sobrevivir en este país se había vuelto del revés para cinco millones de personas, para cualquiera que buscara un empleo digno. Eran tiempos de vacas flacas, de números rojos, era, la humillación de los soldados olvidados tras la gloria. El país había entrado en una catástasis global y el gobierno de este país estaba sometido a la poderosa Alemania de Merkel que dirigía a los países del sur de la Unión Europea al desastre social. El gobierno de Rajoy era incapaz de cubrir las necesidades básicas de la población más desfavorecida, el umbral de la pobreza estaba en las cotas más altas desde la posguerra Civil, más de dos millones de niños y niñas, sin casa. Tantos recortes solo habían llevado a la población al desastre, a una insalvable diferencia de clases, ratificada por la corrupción  política y empresarial.

Retuvo esa imagen de ella en la retina para que nada ni nadie pudieran privarle de la alegría de vivir, de la felicidad de amar, de que alguien como ella, le diera un motivo para seguir siendo feliz. Cuando se dispuso a introducir la papeleta en la urna pensaba en esa frase de Karl Marx: 

«Si amas sin despertar amor, esto es, si tu amor, en cuanto amor, no produce amor recíproco, si mediante una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia.» 

Madrid, 22 de mayo de 2014

Antonio Misas