Al
amanecer, veo por la ventana de la cocina como se aproximan los aviones para
aterrizar en la te cuatro. El celaje de a principios del invierno no es muy
alentador ahora que ha escampado. Me da la sensación de haber vivido una vida
en la que siempre ha estado lloviendo y, el hecho de que escampe no significa que a partir de ahora vaya a ser mejor. Me refiero a que halle una esperanza
dentro de lo razonable para serenar mis ideas. De todas formas, mi relación con
M está mejor que nunca y aunque la tristeza inunde el mundo por mi separación
de A, podré sobrevivir dentro de mis zapatos.
¡Oh, que desarticulada es la vida
a veces! Y que esfuerzos conlleva eso de controlar los pensamientos, los
sentimientos y las emociones. Al menos, no sufrimos eso que dicen del vacío,
aunque nos encontremos en un lugar peor.
Si,
podemos contemplarnos desde un plano superior como cualquier estúpido y
sentirnos completamente así, estúpidos. No importa lo que hayamos hecho con
nuestra vida, la cosa es que hemos llegado aquí, a ese lugar que no es ninguna
parte y que siempre está dentro de nosotros.
Un
día te despiertas y el corazón te late como una pandereta, y no eres capaz de
explicar por qué cojones te pasan estas cosas.
Madrid,
18 de noviembre de 2013
Antonio
Misas