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Un poema para Lou

Lou me contó que año tras año, por su cumpleaños, su padre le escribía un poema. Preparaba y construía versos a su niña mientras rememoraba otros tiempos en los que compaginó la poesía con su carrera de Capitán. Y así se lo debía contar cuando se fue dando cuenta de que los días ya le iban restando sitio en este mundo, insistiéndole, al mismo tiempo, presteza.

Por esta razón, en las últimas semanas quiso tener un poco más a Lou, verla un poco más cada semana para charlar. Era fácil con Lou. Ella fue durante toda su vida la niña que le escuchó hablar de su suerte. La vida había sido dura, pero Lou puso un poco de cordura entre tantas falsas esperanzas.
     
Álvaro se fue hace unos meses. Lou permanece inmersa en el duelo y muchos días nos cuenta cuánto necesita llorar. Otros días, simplemente llora.

Antes de continuar, me gustaría dejar unos versos para su padre, Álvaro Alonso, in memorian, unos versos de Walt Whitman:

Oh capitán, mi capitán 

Oh Capitán, mi Capitán:
nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.


Más ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi Capitán
permanece extendido, helado y muerto?


Oh Capitán, mi Capitán:
levántate aguerrido y escucha cual te llaman
tropeles de campanas.
Por ti se izan banderas y los clarines claman.
Son para ti los ramos, las coronas, las cintas.


Por ti la multitud se arremolina,
por ti llora, por ti su alma llamea
y la mirada ansiosa, con verte, se recrea.


Oh Capitán, ¡mi Padre amado!
Voy mi brazo a poner sobre tu cuello.
Es sólo una ilusión que en este puente
te encuentres extendido, helado y muerto.


Mi padre no responde.
Sus labios no se mueven.
Está pálido, pálido. Casi sin pulso, inerte.
No puede ya animarle mi ansioso brazo fuerte.
Anclada está la nave: su ruta ha concluido.
Feliz entra en el puerto de vuelta de su viaje.
La nave ya ha vencido la furia del oleaje.
Oh playas, alegraos; sonad, claras campanas
en tanto que camino con paso triste, incierto,
por el puente do está mi Capitán
para siempre extendido, helado y muerto.


Walt Whitman(New York, 31 de mayo de 1819, New Jersey, 26 de marzo de 1892)

(Versión de Nicolás Bayona Posada)


     Yo no puedo emular a un padre que se ha ido. Podría escribir unos versos a propósito de tu cumpleaños, para hoy, para esta ocasión. Pero no sería justo.
Voy a dejarte aquí, los últimos versos que escribí en el año 2010. El día que resolví no escribir nunca más poesía, tal vez porque quise creer firmemente, lo de que la vida está ahí afuera y no existe esa mentira que llaman vida interior. Decidí dejar de huir de mí. Zanjé no volver a ser nunca más una víctima. El día número mil veces que intenté curarme de mi resentimiento para poder ser feliz. El de la primera vez que me dije que soy un cobarde y que me había pasado la vida teniendo miedo a perder, el mismo día que me repetí una vez más que fracasar nunca es definitivo. El día que necesité aprender a pedir ayuda sin sentirme en deuda con los demás. El día que supe que no podía yo solo con todo. Que tampoco era culpable ni responsable de todo. El día que intenté reflexionar, si en realidad, las veces que intenté perdonar a mis padres, lo había conseguido, y otra vez, no pude saberlo con certeza. La vez, otra vez, que intenté no seguir sintiéndome culpable por lo del divorcio. El día que volví a llorar por no estar con mi hijo todos los días de su vida.

El día que empecé a necesitarte, a saber que podía contar contigo… y a sentirme agradecido por haberte conocido, el día que te empecé a considerar importante para mí…

Puede que ese día todavía no nos conociéramos. Tampoco sabía que estos versos, también, los estaba escribiendo para ti:        


Es tiempo de resignarse a las medidas,
La marisma ya está seca ¿y los flamencos?
Habrán alcanzado el cielo, se habrán ido.
Te dije: Habla con la ambición necesaria.
Y te fuiste para olvidar lo que no querías ser.
                              
               
Feliz cumpleaños, amiga.

En Madrid, a 16 de julio de 2013
Antonio Misas