Para Sonia Chamarro
La
conoció en el Lope de Vega. Él cargaba los depósitos del Jumbo cuando la vio
por primera vez. Aquel día amó el olor del queroseno. La volvió a ver en el Txoko de Barajas y se pavoneó delante de ella sin ningún complejo.
Aquella mujer era la azafata más bonita que jamás había visto. Veinte años
después, acodado en la barra del pub pensaba en ella. Suponía la vida que
habría tenido con aquel piloto pero no le salía nada atractivo, así que se
dedicó a observarla. Ella hablaba con gente de la compañía de lo del ere y
reía. A ella nada le impedía reír. La camarera levantó el posavasos, pasó la
bayeta por la barra, sirvió otra jarra de cerveza y le dijo:
_muy pronto todos esos estarán como tú, también observaran el mundo desde afuera.
Y él no pensó en eso. Se limitó a imaginar el pueblo de Barajas desierto y en como hubiera sido la vida junto a ella.
_muy pronto todos esos estarán como tú, también observaran el mundo desde afuera.
Y él no pensó en eso. Se limitó a imaginar el pueblo de Barajas desierto y en como hubiera sido la vida junto a ella.
Antonio Misas
Madrid, 20 de abril de 2013