En aquel burdel, las chicas estaban sentadas en taburetes a lo
largo de la barra y se reflejaban en el
espejo rosa que había detrás de las botellas. La camarera me miró a los ojos. Bien
pudiera haber servido copas en las terrazas del infierno, y al mismo tiempo,
tenía ese aspecto frágil que tienen las damas de honor de las películas
americanas. Le pedí una copa, me miró, y eché de menos el crucifijo que regalé
en otra ocasión a una fulana que quería ser peluquera. El micropunto me había
dado una percepción intrusa del lugar, el lugar no estaba en mí. El tipo del espejo
no era yo, era otro que no había querido venir.
En aquel momento me di cuenta de
que lo difícil es llegar pronto a los lugares donde te vas a encontrar contigo,
y lo imposible que es no quedarte en ellos a vivir un tiempo. Ya no recuerdo cuando
empecé a ver mi vida con distancia pero de lo que estoy seguro, es que no pude
librarme durante el camino de sentirme como un vendedor de la once al que se le
ha perdido el perro.
Aquel día lejano del que ya no
tengo noticias, podría haber sido cualquier día de mi pasado, como tampoco las
tengo de aquel tipo. Ninguno fue decisivo.
Madrid, 11 de enero de 2013
Antonio Misas
Exposición muy resumida de lo que es intentar verse a sí mismo a través de la imagen que los otros le brindan y entre tanto, sin intención conoces a otras personas mostrando poco interés hacia el asunto.
ResponderEliminarDistintas perspectivas de un solo proceder.
un abrazo
El reencuentro con uno mismo, a través de los recuerdos, es una lámina etérea que nos subyuga hasta lo indecible, nos posiciona entre lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser ante el paradigma personal.
ResponderEliminar¡Muy bueno, Antonio! Tan descarnado y bien expuesto que duele y hace pensar.
Es una alegría fenomenal volver a compartir nuestros espacios, tanto que haré lo imposible por conservarlo.
Un beso enorme!!!
Hey Antonio! Me alegro mucho de reencontraremos contigo, últimamente no me paseo mucho por estos lares y no me había dado cuenta de lo que echaba de menos tus letras hasta saborearlas...
ResponderEliminarUn besote inmenso
Y eso que aún no habías comenzado a beber.
ResponderEliminarAbrazo grande.
Es muy primordial encontrarse y/reencontrarse con un@ mism@ sin importar lo que fuimos o dejamos de ser en un pasado.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu escrito. Miles de gracias por compartir. Besos
http://dondelasemocionesnosllevan.blogspot.com.es/
La introspección. El relato me dio la sensación de un laberinto. El laberinto que representa eso, la introspección. El calvario interno. Los yo diametralmente opuestos dentro una misma cabeza. Bien llevado ese ritmo personal del personaje.
ResponderEliminarUn abrazo Antonio.