Un
día de pronto la abuela dejó de comunicarse con mi madre para siempre. Mi madre
me contó que fue desde que la exhumaron para reunir sus huesos con los del
abuelo. Este asunto nos cogió a todos por sorpresa, al igual que el hecho
de que mi madre encontrara muy pronto alguien que pudiera sustituirla, por lo
menos, hasta recuperar la conversación perdida. El más sorprendido fue el
marido de mi hermana, pues fue su madre la que desde el más allá había
contactado con la nuestra.
Mi
madre siempre había convivido con el miedo, pero hablar con los muertos no le
suponía ningún recelo, le resultaba de lo más natural.
Después
de los años he dejado de buscar explicación a estos asuntos, ni siquiera pienso
ya que se le haya ido un poco la cabeza.
Me
acuesto pensando en ella y la busco en aquellos maravillosos años ochenta de
nuestra adolescencia para oírla decir una vez más aquello de que… “con Franco
se vivía mejor”.
Madrid, 21 de agosto de 2012
Antonio Misas