Para mi amigo Felipe Castro El viento levantaba su falda. Desde abajo de la escalinata la miraba agradecido y pensaba que ellas eran una magnífica razón para llevar mejor la vida. Castro miraba a Violeta y a la pequeña Laura y sabía que no había mejores razones por las que pasar por este mundo. Tal vez recordaba otros tiempos en los que se sintió rechazado, despreciado y hasta fracasado en su primera juventud. Luego, aquel jefe; "Perico el Gordo" que le amargaba los días… otros tiempos, otros tiempos en los que Carolina le dijo: ¡Ya no te quiero! Y para él, ahí mismo, ahí mismo empezó esto de ahora… En la escalinata de la Iglesia de San Roque el viento levantaba su falda y a Castro, Violeta, le parecía brisa fresca, el Mar . Madrid, 31 de agosto de 2012 Antonio Misas
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein