La señora le decía al tipo que estaba sentado que había ochocientos mil
liberados en este jodido país. El hombre de la fila podría haber sido yo si no
fuera porque yo estaba sentando observándole pensando que podría ser yo. La
conversación de la señora me atraía casi tanto como observar al hombre de la
fila. La señora hablaba con un parado de larga duración, observar al hombre de
la fila era como levitar.
La conversación había sido intensa y ocurría por la mañana en una
cafetería del Paralelo, de fondo, el telediario de la uno anunciaba la huelga
general. Lo del hombre de la fila pasaba por la tarde en la puerta de embarque
de la te uno del aeropuerto de El Prat.
La señora dijo: la prosperidad de un país está en poderte comer un
jodido bocadillo de mortadela barata, el tipo que estaba sentado la miraba y
también miraba el televisor. La puerta del avión se cerró y ya no volví a ver
más a aquel hombre de la fila que bien podría haber sido yo.
Madrid, 31 de marzo de 2012
Antonio Misas