Bajo en el
idiez por Goya de un tirón. Desde la real casa de la moneda todo está verde. Me
dirijo a Moncloa, a Visor Libros, a ver a Jesús García Sánchez, que se
encuentra entre mis clientes y llevo hablando con él por teléfono casi un mes.
Aparco mal en la esquina de Donoso Cortés y entro. Jesús está al
fondo, entre libros, con sus gafas y me pone una sonrisa, sabe que iba a venir.
Nos olvidamos de las facturas que no llegan. Hablamos mucho de Constantino
Bértolo, que suele acercarse a verle y de los otros de la Escuela, pero él
recala siempre en Constantino. Ni siquiera soy consciente de que estoy hablando
con un tipo que es toda una leyenda en el mundo literario y del que dicen cosas
como: “Jesús García
Sánchez,
‘Chus Visor’, fundó en Madrid en 1968 la editorial y la librería ‘Visor Libros’ que,
en sus más de 40 años de historia, se ha convertido en una referencia primera y
fundamental gracias a su tesón y particular intuición”. Sólo la colección
principal de la editorial, Visor de Poesía, cuenta con unos 500
títulos. Además, tiene otros tantos que se reparten entre arte,
filosofía, ensayo o pequeñas colecciones que jamás habrían visto la luz sin
su impulso.
O como esta; “Chus Visor, quien según
sus propios cálculos ha impreso unos setecientos títulos en cuarenta años, --libro y
medio por mes--, y que según sus más enconados detractores,
“nunca se ha leído un libro, ni siquiera de autoayuda”, también da a luz
antologías sectoriales y nacionales,…”
Me voy con un libro de Guelbenzu. Me dice, la semana que viene te
llamo, hasta que se arregle lo de las facturas. Entro en el idiez como si
entrara en el caballo de Troya cuando pienso lo fantástico que sería coincidir
un día con Jesús y Constantino entre los libros de Visor.
Arranco, veo al vigilante de la hora que pasa la mañana observando
coches.
Me acaba de poner una multa. Me siento pequeño como con la dificultad
de resolver lo de las facturas, muy pequeño frente a estos que nos ignoran,
pero nos sancionan, estos otros que no se dirigen a nosotros ni nos escuchan,
pero nos dicen y nos hacen creer que así es el mundo.
Y me voy con mis
fantasías jodidas y con un papel que dice que ahora les debo noventa euros… y
ya ni siquiera estoy seguro si podré hacer algo por las facturas que nunca
llegan.
Madrid 11 de febrero de 2012
Antonio Misas