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Handke, breves metros de calle

Los adoquines de Malasaña son páginas escritas del chino del dolor. Tropiezo a propósito con los viandantes que se van cruzando por otra ciudad que voy pariendo, desordenada, desdibujada, con planos de ruido y de vértigo. El árbol feliz arde, arde porque va mezclándose con las llamas de los contenedores de reciclaje que alguien quemó en otro espacio del tiempo en el ya no estamos, ahora arde, y al arder, sus ramas se aferran al fuego para ser raíces hacía algún lugar triste en el cielo.

En el teatro Maravillas no pone tócala otra vez san, pone el miedo del portero al penalti.

Madrid, 4 de junio, de 2011
Antonio Misas