Puede
que aquel tipo hubiera malgastado todas sus ilusiones mientras fue viviendo.
Dedicado a la política, vivió las diferentes etapas del Socialismo y participó
activamente en el partido desde su primera juventud. Fue secretario general y
presidente del gobierno, y cuando después de tantos años, se encontró con tanto
dinero en el Banco, supo que algo no había salido bien. Al principio estaba tan
enojado con el poder mediático, con la corrupción de los que le acompañaron y
se habían ido quedando en el camino, con tantas cosas que no habían dado el
resultado esperado, que no se dio cuenta hasta mucho tiempo después.
Ahora
se miraba al espejo y veía en su mirada a un hombre vencido. Veía los surcos
que le habían dejado tantos años de preocupaciones y una resignación e
impotencia. Se acabó de anudar la corbata, puso su mejor sonrisa y salió a
presentar su último libro.
Habló
con elocuencia como lo había hecho siempre. Algún periodista se atrevió a decir
que ironizó cuando dijo: “los ex presidentes somos como jarrones chinos en
apartamentos pequeños. Nadie los quiere tocar porque creen que tienen valor,
pero en cualquier lado estorban".
Madrid,
7 de mayo de 2011
Antonio
Misas