Pueden ser las voces,
Las que no oigo,
Las que me advierten que no te siga,
Que no me empeñe,
Que no te ame.
Y mientras me retuerzo
En el vientre abrasador
De esta impotencia,
Me arrancan la carne
Con sus garras y sus dientes.
Y son,
Cuando deseo tu cuerpo,
Las que me enfrían la sangre,
Las que me arañan,
Las que me mienten.
Las que no oigo,
Las que me advierten que no te siga,
Que no me empeñe,
Que no te ame.
Y mientras me retuerzo
En el vientre abrasador
De esta impotencia,
Me arrancan la carne
Con sus garras y sus dientes.
Y son,
Cuando deseo tu cuerpo,
Las que me enfrían la sangre,
Las que me arañan,
Las que me mienten.
Antonio Misas