Después de los años aquel tipo volvió a mí para llenarme de reproches. Se separó de otra mujer con la que no llegó a consolidar la relación, que desde un principio, se suponía vana. Se separó de la misma manera en que un día se alejó de mí, con la cobardía de los hombres inmaduros. Perseguía incapaz un paraíso que solo podía existir dentro de su cabeza, pues era un ser atormentado en sus ideas y en su noción del amor. Parecía condenado a permanecer el resto de sus días en un mundo distorsionado. Y en la fría lluvia de noviembre me abordó con su resentimiento para producirme un dolor que yo ya había olvidado. Me despachó en una noche de tormento haciéndome sentir culpable una vez más. Ahora pienso que la última. _ ¿No crees que necesitas a alguien? Todos necesitamos a alguien. _ Nada dura para siempre y ambos sabemos que los corazones pueden cambiar. Pude ver como vino a mí alejándose de mí desde el principio de la tarde. Cada palabra suya me llenaba de soledad y desdicha
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein