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"La vida de H" de Alejandro Gándara

"Este relato surge de una pregunta sencilla y terrible: la que, en algún momento de su temprana existencia, todo niño se formula alrededor del enigma llamado muerte. Bajo la tutela de un hada que la ayuda a forjar su carácter, H vive en una ciudad, pero también en un laberinto; recorre un tiempo que sólo avanza en una dirección, pero en el que todo ha sucedido ya; se cruza con personas, pero también con criaturas mitológicas y, en suma, observa la realidad como cualquier otra niña de cinco años, pero es capaz de articular preguntas que sólo los hombres y mujeres más sabios llegan a plantearse al cabo de su vida acerca de lo que no vemos y de cuánto y cómo nos atraviesa." Mientras veo llover en esta primavera de tormentas, que me repiquetea como en los veranos del norte, voy leyendo “La vida de H”. Y se me va quedando grabada en la piel mientras voy derribando todas las barreras que en otro tiempo me puso la distancia, y se me van formando interrogaciones por esa

«Los hilvanes del tiempo»

Los hilvanes del tiempo. Novela. Isabel Hernández Gil.  Corre el año 1968. Madrid está de moda. Blanqui aparece en el Madrid del 68 como tantas chicas y chicos adolescentes naturales de provincias y de los pueblos de nuestra geografía. Blanqui aterriza en Madrid nada más cumplir la escuela. Se da de lleno con la capital y también con el incipiente cambio político. Aunque ella no alcanza a entender esas pequeñas pinceladas que percibe en la historia social y política de la capital, ella no ha estudiado, ella qué sabe. Su vida circulaba por otros mundos. Por sus mundos particulares. Los hilvanes del tiempo nos cuenta la historia que transita por los mundos de Blanca atravesando el tiempo y la vida. La vida, que, en el transcurso de un mes y medio, en el otoño de 1975, le da un vuelco en el que ya nada volverá a ser como antes era. Solo hubo un hombre con el que ella hubiera podido marcharse al fin del mundo, pero eran otros tiempos. A Blanca Olivar todavía le sobrecoge ver una

Un descanso del mundo

Para Cristina Cuadrillero      Me sonreía con toda la vida de sus ojos. Nunca conocí a nadie así, a nadie que me hiciera considerar con su sola presencia que el mundo estaba lleno de regalos. Hasta entonces nunca me había detenido en una amistad tan entusiasta. Me refiero a la alegría que me daba verla. ¿Imagínate si pudieras alguna vez elegir a todos tus amigos ideales para que solo ellos conformaran tu mundo? Yo ya lo había soñado de niño muchas veces y muchas veces lo había olvidado, pero ella me lo recordó y lo saqué del olvido. Conocerla fue como salir al recreo.      Me trajo todas las cosas buenas y la vida me fue ocurriendo mejor con esa gratitud que me vino al conocerla. Y fui comprendiendo el sentido de encontrar lo mejor de los demás en los demás, y así, experimentar la satisfacción consciente y la fortuna que su carácter bondadoso me proporcionó para poder razonar otra representación del mundo.      Han pasado muchos años desde aquellas primeras impresiones y la

Toda la gratitud, toda la suerte

Para Lucas y Jenny, y Leo Siempre me mostré condescendiente con la gente que proviene de otras culturas. Me resulta curioso que por sus costumbres piensen y vean una infinidad de cosas de forma tan diferente. De alguna manera nos abren a otras convenciones y a pensar en cómo otros conciben el mundo. Jenny es de otro lugar y siempre me asombró su manera de tener en cuenta a los demás. Su atención, su aceptación siempre me ha hechizado y lo sigue haciendo. Durante unos momentos me quedo ralentizado recreándome en eso que percibo diferente. El mundo discurre y yo estoy quieto apreciando ese momento. Es fascinante. Puede que nosotros seamos más rudos al respecto porque por nuestra educación no estamos dotados de su delicadeza. Ella lo nota, yo sé que ella lo nota y sé que nunca se acostumbrará. Y hasta puede que este tipo de convenciones le pueda causar algún  desencuentro con Lucas. Digo su nombre y se me pone una sonrisa inmensa, jamás pensé tener la fortuna de conocer a

Todas las mañanas de la vida que ya nunca volverán

Para Marta López Wangeneberg y para todos los suyos Siempre me recordó a esa chica guapa del telediario que se pone seria para dar las noticias. Conservaba una timidez natural en la que casi nadie repara y, a menudo los desconocidos, confundían con ese engreimiento que solemos llevar puesto los del norte. La consecuencia era ese gesto inexorable y limpio, puro como el hielo y la bondad. He de reconocer que me encantaba hablar con ella de las cosas mundanas como si fueran ajenas a nosotros, porque con ella sentía eso que buscaba siempre para observar al mundo; distancia. Ella tenía esa capacidad. Una mirada que la alejaba de las cosas, el mundo estaba ahí y nosotros nos encontrábamos a salvo de ser parte de esa incomodidad implícita que conlleva la pertenencia. Y aunque nada nos librara de esos momentos de gravedad que a veces nos ocurren al vivir, me sentía reconfortado charlando con ella, porque hasta en los momentos difíciles era capaz de encontrar la conformidad necesaria

La noche es tibia, blanca en tu voz.

Para María Ramos María dice que fue a los veinticinco o a los veintiséis y yo pienso que por entonces debía de ser como en la foto bonita, en esa que alguien captó su alma, en esa que mira hacia abajo, tal vez hacia algún abismo de la existencia, porque cuando aparece el alma, el pensamiento está en algún estadio de sensibilidad que pondera la alegría y la tristeza. Nos ha traído un vino portugués, muy bueno. María siempre nos trae vino. Bebemos y hablamos, María y yo fumamos, Vero nunca fuma y no paramos de hablar. Suena la música y una voz que es su voz, nos asombra. En ese momento pienso que nunca he escuchado una voz tan bonita y me desarma, la miro y me estremece. Emocionado busco referencias comparables y solo encuentro a Win Mertens , a sus voces blancas y sopranos, a Cécile Kempenaers que, entre todas esas voces, en la oscuridad del What You See Is What You Hear , tantas veces me hizo llorar...   La noche es tibia, blanca en tu voz. Y hay silencio y emoci

Tal vez era demasiado hedonista o puede que casi todas las historias sean así

     Hacía ya mucho tiempo que aquel hombre había observado que con no creer en nada no lograba el fin que se había propuesto. Alejarse de las perturbaciones le resultaba imposible porque por su naturaleza era proclive a los conflictos.      No hacía tanto que había sido consciente de experimentar, con cierto razonamiento, la tranquilidad que le producían los placeres naturales, pero seguía sin la capacidad de alejarse o moderar los otros placeres, los inmediatos, que en su mayor parte no consideraban a los demás y a la postre, le generaban un sufrimiento implacable.        ¿Tal vez era demasiado hedonista?      Toda una vida no daba para entenderse, reconocía tantas lagunas, tantos abandonos y renuncias…      Decir renunciar al ego no le fue bastante para cumplir con la renuncia. Tampoco fue capaz de no emitir juicios, como proclamaban los escépticos, y con ello conseguir una serenidad de la que pocas veces disfrutaba.      Hacía ya dos años que tenía una aman

La librería de Ikea tendrá un lugar en nuestra casa

Para Verónica A veces la leo poemas, otros poemas. Luego los míos y entonces me renuevo en los infiernos. Me pregunto si alguna vez estuve en un número inexacto de escenarios enredado en el espanto. Luego lo desprecio para buscar solo en lo exacto, en eso que  ahora  me ha traído  ella . Yo siempre estoy remediando algo de la existencia, metido en ello, inmerso en ilusiones que no me han traído nada. La miro y le digo: como te conozco ahora no te conoceré siempre porque el solo hecho de vivir nos otorgará un conocimiento distinto. Ese conocimiento irá transformándonos, concertará de una vez nuestras partes y nos irá volviendo otros.        Ella me dice lo bonita que quedaría aquí la librería, y yo le digo, no quiero tener libros que empapen la pared de desamparo. Solo me gustaría ya abrazarte muy fuerte cuando te levantas de la cama. Hacerte té y tostadas, con aceite y sésamo. Quiero pensar en otras formas, beber café y cerveza y fumar en la terraza. Y mientras los

HAy gEnte que crea Y recrea el mundO, que amortigUa el tedio y la banalidad...

Para Álvaro Misas Sierra Entró en el ascensor y esperó a que le llevara. Sonó el ruido de un mensaje en el móvil, metió la mano en el bolsillo, pulsó en la pantalla el icono de mensajes y leyó el aviso: « se ha producido una falta de asistencia de su hijo a la clase de valores éticos» . Pensó en que su hijo se estaba esforzando en el instituto con una dedicación inusual para un chico de su edad. El profesor de Literatura había logrado que creara un blog en el cual escribía sobre un diario de refugiados montando a la vez textos de la literatura medieval. Él era el protagonista de ese viaje, escribía y aprendía, y con el paso del tiempo adquiriría conocimientos sobre Lengua y Literatura y el uso de la palabra escrita. Se estaba recreando en la composición de versos con métricas y técnicas del Medievo y narrando una historia inventada, y lo mejor, apreciaba a ese profesor que le había ayudado a disfrutar de la asignatura y a pensar.           Pasaron unos segundos antes de qu

Buscando el olor del alma

Le parecía que a veces tememos que otros nos miren. Le parecía que a veces creemos, que si nos miran, podrían indagar en nuestro ser y acceder a todo lo que nosotros sabemos de nosotros. O peor aún, que se podrían hacer una idea distorsionada de lo que somos y nosotros creemos que somos. Le parecía que a veces tememos poder mostrar algo más de lo que se pueda averiguar por nuestro aspecto , nuestros gestos o porque a alguien se le ocurrió decir que la mirada es el espejo del alma. Así y todo no dejaba de observar a la gente. Le parecía que las mujeres olían mejor y se hacían bonitas en primavera y que los hombres, agudizaban su sentido del olfato, y deambulaban por ese jardín buscando el amor que nunca supieron recibir de sus madres.  Le parecía que todo el olor de la humanidad residía en los vagones del metro cuando iban abarrotados de gente y que eso, mezclado con la belleza, era como una herencia medieval. O al menos eso le parecía porque ese olor mezclado con las mujeres

Cómo brillan las estrellas

P ara Ignacio Prieto La búsqueda de la oenegé no daba resultados, demasiados requisitos y nadie se fiaba de un tipo con antecedentes. El mundo me había menoscabado por esa parte que dice causar descrédito en la fama o en la honra. Deambular por la red y por Madrid se había convertido en una empresa inútil. Como contrapartida, aquella búsqueda me había ayudado a asimilar algo que en otras circunstancias nunca hubiera pretendido. La grandeza de un hombre reside en su corazón abatido. Eso era lo que pensaba ante la infinita paciencia de aquel compañero de trabajo que solía acompañarme a buscar la oenegé. Entre visita y visita a aquellos potenciales clientes hablábamos de nuestras vidas por los fondos de la ciudad. Él, en otros tiempos, se ganó la vida como cámara de televisión, y hasta llegó a tener su propia productora hasta que la crisis le arruinó, ruina de la que no se había recuperado.  Pasábamos horas viajando de allí para acá en el metro, viendo miles de car

Ideario adolescente de la belleza y la vecina azul

A veces pienso en aquellos ríos de venas azules que recorrían su piel blanca. A veces me sigo viendo queriendo adivinar sus pechos diminutos cuando dejaba ver su tórax huesudo y azul. A veces, dentro de aquella carnosidad rosada de sus labios había una burla oculta en su sonrisa, solamente para ti. La recuerdo cuando llegaba a la playa con los boyfriend jeans, siempre muy grandes… se desvestía flaca, huesuda, cuidándose de la arena y ordenaba sus alpargatas. Después extendía la toalla y se tumbaba boca arriba al sol, flexionaba sus piernas largas y el bikini hacía un puente desde su vientre hasta sus caderas. Y entonces me parecía advertir la expresión más magnífica de la belleza al observar todo aquello, tan azul, y al mirarla podía masticar el color de su piel en su olor cálido. Entonces el mundo era bonito y libre para un adolescente que podía permitirse poder tener aquellas ideas disparatadas y con ellas, descubrir las cosas, soñar con la necesidad de apreciar lo nuevo d

Prosperidad

              Sara siempre me había recordado a aquellas chicas que aparecían en los tebeos que leían las niñas cuando yo era pequeño. Las chicas siempre tenían las piernas largas, el pelo liso y los ojos como avellanas grandes. Cuando llegaba a casa, Thor, nuestro pastor alemán salía a recibirla ladrando y moviendo la cola. Entonces ella se reía y su rostro de dibujo animado se iluminaba.   Por entonces, yo llevaba más de dos años sin trabajo y el Estado había empezado a considerarme un parado de larga duración, hacía un año largo que se me había acabado el subsidio de desempleo y me habían denegado la ayuda familiar. Estar tanto tiempo en el paro era algo que no nos podíamos permitir. Ella tenía que correr con todos los gastos.   La crisis de las hipotecas hacía años que había desembocado en una profunda crisis económica y el sistema financiero pasaba por su peor momento. En los últimos tiempos este era un asunto atroz para la gente y el mundo que habíamos conocido en la primera