Para Sole, querida amiga.
A veces
estamos solos, Sole y yo.
Hablamos un
poco de todo, de nuestros dientes y dentistas, le damos vueltas a este asunto de
los dientes. Hablamos de viajes, de todos sus viajes y de si tuvimos o no la
misma impresión en La Fontana di Trevi. Me cuenta lo de aquel viaje a Sevilla,
y especulamos con que si la estafaron con la ración de jamón, y yo le digo que
si fue porque ella y sus amigas hablaban en francés. Y me habla mucho de Suiza,
de su vida allí y de Sotillo, de sus hermanas, habla con devoción de su marido,
de sus hijas, de su yerno, de sus nietas, de Pablo. Ella da un trago a la botella de agua
para seguir hablando y yo bebo cerveza, me lio un cigarrillo y escucho
atentamente lo que me dice.
-
¿Cuántos años tenías cuando te quedaste viuda?
-
Cincuenta y dos.
Yo sé que
en todo lo que me dice hay esa profundidad que solo existe en los abismos. Nunca
lo dejará atrás después de haberlo revivido cientos, miles de veces, porque a
cierta edad los recuerdos se van convirtiendo, más si cabe, en esa parte fundamental
y necesaria de nuestra identidad y nuestra existencia, pues el ya somos lo que hemos
sido, se
va consolidando irrefutable.
¿Y nunca
pensantes en rehacer tu vida…?
-
Mi vida eran mis hijas, la familia… el trabajo,
todos se portaron muy bien conmigo…
-
¿Y fuiste feliz?
-
Fui muy feliz a pesar de ello, porque ellos, todos
ellos me cuidaron mucho.
Veo volar
palomas blancas en todas las palabras de todos los veranos de su vida. La veo
soñar en un pretérito agradecido, veo su vida, veo en blanco y negro, y sé que
hoy hemos coexistido mientras me ha hecho partícipe de todo lo que quiere
tanto, y noto como en su corazón está latiendo mi corazón, y es un corazón
reconfortado.
Ella dice
que dios le dio al mejor hombre que hubiera podido imaginar en la vida y que
llegado el momento, se lo arrebató.
Hace mucho
calor esta tarde en la que hablamos de todo, pero estamos bien en este “resort”
desde donde observamos la geografía del mundo, de la vida y el cine.
Mientras rememora
otros tiempos mira al cielo para ser precisa en lo que dice, para estar allí
una y otra vez, para replicar en las palabras, la memoria, la vida.
Cuando en
mis ojos ve asombro, me mira y sonríe escondiendo su boca. Y yo le digo…
-
Hace un calor del demonio aquí.
Madrid, 21
de agosto de 2021
Antonio
Misas
ÚLTIMO FRAGMENTO by Raymond Carver
ResponderEliminar¿Y conseguiste lo que
querías de esta vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado en la tierra.