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regresar al padre

 


Para Luis Tenreiro y Alicia Tenreiro

Han pasado muchos años desde que salimos de aquella pandemia. Dicen que la vida nunca volvió a ser la misma, pero aquella situación me dio la oportunidad de tener una relación estrecha con mis padres, y aunque crecí en un mundo cargado de incertidumbre, fueron para mí, días de juego y de ilusión.

Hoy pienso en esos días como en la etapa más feliz de mi vida.

Agradecer a mí padre el amor incondicional que me profesaba, era poco, así que sorprenderle era una necesidad para mí, quería que estuviera al tanto de esa inmensa suerte que era tenerle.      

Para darle la bienvenida cada vez que venía de viaje me pasaba la tarde preparando collages. Quería sorprenderle para ver en sus ojos la única verdad que entonces me importaba.

Papá era un ser apasionado con todo lo que hacía, disfrutaba de su trabajo, de la buena gastronomía y de la música, y todo, todas sus pasiones las compartía conmigo.

 

Han pasado muchos años y hoy le observo mientras pierde la vista en el horizonte, junto a mi madre, y al mirarlos pienso que nunca imaginé el futuro.

Por la escalera de madera que baja hasta el inmenso arenal de la playa de Santa Comba, levanta los brazos y dice ¡Otra mañana en el paraíso!

En Pontedeume las casas se alinean con sus miradores blancos, el bosque verde parece un sombrero y los  barcos de recreo permanecen fondeados, el mar está en calma.

En el banco de piedra de Cabanas se ha sentado a reflexionar y yo sé que piensa en aquellos días de juego y de ilusión, donde el tiempo se detuvo.

Pontedeume, 27 de diciembre de 2045

 

  

     

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