Amanece con niebla. No queda nada del calor asfixiante del verano y solo en la mente permanece esa percepción y certeza de un mundo enfermo, aunque la sensación de que por fin ocurra algo distinto, no cesa. Los niños acuden con mascarillas al San Pedro Apóstol arrastrando las mochilas y el ruido de las ruedas hace en la calle el mismo ruido que hacían aquellos trenes cargados de judíos que iban hacía un futuro incierto. La niebla dará paso a un bonito día soleado de otoño y el desconcierto y la duda permanecerán mientras esa luz inocente y suave replicará un día más de vida lleno de belleza para abrirnos a todos los comienzos, a todos los principios. La vida podría estar llevándonos gentilmente hacía nuestro verdadero destino, y no lo sabemos, porque como decía Esopo, la gratitud de estar vivos convierte lo que tenemos en suficiente, pero como en el lobo y el cordero, de nada sirve la razón ni la verdad. Antonio Misas Madrid, 23 de septiembre de 2020
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein