Para Verónica Sabía que la existencia me llevaría a incuestionables comodidades, y aunque allí me sentía simple y estúpido, siempre pensé que no haría nada importante en la vida, había nacido para disfrutar y contemplar el acontecer del tiempo, para estar en cosas sin importancia que no me llevarían a ningún lugar. Vivir sin responsabilidades mayores. Pensar en una tarde de verano. Pasaba el tiempo y seguía sin saber adónde dirigirme. Me mentía con eso de simplificar la vida. Tenía en la cabeza ideas que aplazaba cada día y lo cambiaba por un bienestar en el que permanecía sentenciado en un tiempo muerto. Volvía siempre a un espacio estéril, y a un existir estéril. Sabía que por ese camino la vida me llevaría sometido arrastrándome a otras voluntades. Vivir era eso, en otro tiempo fue eso y no estoy seguro de si lo seguirá siendo porque todo está infectado de pasado. El tiempo ha cambiado mi mente y con ello, la percepción de
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein