Entrar en el club me causó infinita tristeza.
La navidad se quedó atrás con el diecinueve y una comida. En esa comida volví a ver
a unos cuantos buenos amigos que hice en ese club cuando debía tener treinta siete
o treinta y ocho años, y un planteamiento de vida, burguesa. Aquellos años los
recuerdo con alegría trágica porque descubrí que no quería vivir así. La vida
entonces me venía con esa sensación en la que te sientes enterrado. Era una recreación
difícil de asimilar.
Este día estaba agotado. El estómago me lo recordó
pronto. El insufrible ardor que padezco, con el primer vermú, se disparó. La angustia
física que me produce no me dejaba atender a nada, estar en nada. Puede que
también estuviera triste, hay cosas que se me escapan cuando no llego a hacer
lo que quiero y no sé si lo que quería ese día era estar a solas con el
monstruo que llevo dentro de mi estómago, o allí dándole vueltas a la magnitud
del mundo, porque todo lo que me dicen me parece tan simple que siento un
aterrador desprecio por todo aquel que tenga vida y sea capaz de pensar.
Sentir todo eso que no cura el Almax, me irrita
tanto que todo me parece un infierno fuera, y dentro, no dejo de dar vueltas, a
eso que digo, a la magnitud del mundo.
A veces es mejor no estar, sentir que no
formas parte, que no perteneces a ningún lugar, porque todo se repite con absoluto
desencanto, es tiempo sempiterno.
¿Me entienden?
Madrid, 19 de enero de 2020
Antonio Misas
Me apunto a esa sensación, ser apátrida de la vida. Esa sensación de denostar el “sentido de pertenencia”. Gran reflexión amigo
ResponderEliminarHombre Pepe, qué sorpresa verte por aquí. Gracias amigo, Abrazo
EliminarCuando uno no se siente cómodo, mejor cerrar la puerta y salir por patas,
ResponderEliminarantes de que sea necesario tomarse un Almax
un beso
¡María! ¡Cuanto tiempo! A veces me paso por tus Bolgs y tu constancia Gracias amiga. Besos
EliminarAntonio, me hiciste recordar una frase: si sientes que no encajas en este mundo es porque has nacido para cambiarlo... Aunque creo que no hablas de eso. La sensación que me transmite tu texto es similar a la que siento cuando visito "el pasado" (ciertas personas, ciertos lugares, ciertas circunstancias) y me pregunto qué estoy haciendo ahí, si yo ya no soy ésa, si hemos evolucionado en direcciones distintas y nuestras líneas de vida parece que ya nunca van a encontrarse. Creo que hay pocas sensaciones más inquietantes que la de no sentirnos parte de algo. Si es porque no nos aceptan cuando queremos que lo hagan, sufrimos; si es porque sabemos que en el fondo no queremos pertenecer, nos entra esa necesidad de huir... Eso me transmite. ¿Te entiendo?
ResponderEliminarQué bien que has habilitado los comentarios, Antonio, y que has vuelto a escribir
Cúidate ese estómago
Besos a montones
PD. Ya sabes, y como decía Melany Griffith (ponle acento gringo): Antonio, te quiero una jartá.
Si me entiendes. Lo que cuento es un estado de ánimo y las causas, simple. La reacción aterradora que produce una sensación física que incomoda y te lleva a detestar el momento, y no hay más, Hay situaciones en las que no te encuentras cómodo. Lo que siempre me ha sorprendido es que la gente sigue leyendo sin distancia, sin observar, sin leer lo que se cuenta, se identifica y se ofende con lo que se dice por haber estado allí. Son escenarios comunes, pero en obvio que compartir el hecho de estar en el mismo lugar y con la misma gente, no significa que vivamos y sintamos lo mismo. No hay más.
EliminarMelany, jajajaja, yo ta,bién te quiero una jartá. Gracias amiga.
Soy Antonio Buitrago, ya identificado, decirte que me encantan esos momentos tuyos, yo les llamó apretón, tú, estados de ánimo.
ResponderEliminarAntonio, pues de vez en cuando me dan esos irremediables apretones, jajaja. gracias por venir. Abrazo
Eliminar