Para Sara Hurtado Ayer nos dijimos adiós, o hasta pronto, Y te deseamos suerte, y te prometimos estar tristes el lunes a las nueve. Y hasta Jotace parecía uno de los nuestros, y no un amarillo, y lo fue. Y tú ya sabías que no encontrarás esto que todavía tienes entre nosotros, y lo supiste a dos semanas de La Perla cuando dijiste que te ibas, cuando entregaste la carta escueta renunciando a algo que entonces se convirtió en algo más que un lugar, en algo más que un trabajo. En algo más que en un “de lunes a viernes” porque todos sabemos que esto es algo más. Es posible que esto sea una pequeña adhesión de la que hasta sea sano salir, una pequeña ilusión que nos inventamos, y fue creciendo por la dificultad, pero hubo armonía y parte de esa armonía, ayer, te la llevaste tú. Y yo hoy, mientras te escribo, me doy cuenta de ese veneno que tiene perderte. Ese veneno que nos va dejando sin ti. El Cactus grande de la terraza parece que duerme mientras amanece y yo te dedico
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein