"Este relato surge de una pregunta sencilla y terrible: la que, en algún momento de su temprana existencia, todo niño se formula alrededor del enigma llamado muerte. Bajo la tutela de un hada que la ayuda a forjar su carácter, H vive en una ciudad, pero también en un laberinto; recorre un tiempo que sólo avanza en una dirección, pero en el que todo ha sucedido ya; se cruza con personas, pero también con criaturas mitológicas y, en suma, observa la realidad como cualquier otra niña de cinco años, pero es capaz de articular preguntas que sólo los hombres y mujeres más sabios llegan a plantearse al cabo de su vida acerca de lo que no vemos y de cuánto y cómo nos atraviesa."
Mientras
veo llover en esta primavera de tormentas, que me repiquetea como en los
veranos del norte, voy leyendo “La vida de H”. Y se me va quedando grabada en
la piel mientras voy derribando todas las barreras que en otro tiempo me puso
la distancia, y se me van formando interrogaciones por esa distancia, por este
olvido.
Y me voy curioseando
por lo cotidiano de “La vida de H” y dejándome llevar por el albor de una novela
donde redescubro que nunca dejará de existir la magia. Y ya sé, mientras avanzo
en la lectura, que en lo cotidiano desde la mente de un niño cabe la mitología,
o cómo sugiere la novela en la que todo se da la vuelta; En la magia existe lo
cotidiano, en la mitología también está lo cotidiano. Porque en mayor o menor
medida así nos han educado desde tiempos ancestrales. Aquí queda esa certeza, en lo narrado, a través
de unos personajes que comparten la genialidad de una niña que se cuestiona el
mundo y, que a nadie más se le hubiera podido ocurrir si no existiera Alejandro
Gándara.
Y es que “La
vida de H” puede provocar en el lector inusitadas sensibilidades. Y digo esto
por esas cosas que se dicen “…pues todos tenemos derecho a escuchar las últimas
palabras de lo que nos abandona”. O
donde crea “un mundo donde es agradable pensar” o donde “volver atrás ¿se puede?”
donde la pregunta de lo que fuimos y seremos es una constante en lo que somos.
El tiempo es un enigmático escenario equivalente al espacio donde vive, crece y
se desarrolla la niña H, es un conjunto de su realidad y fantasía en el que vive acompañada por todos los demás seres que conforman su vida.
Es “La vida
de H” una novela que ocurre en una etapa de la vida de “toda” la gente, un momento
breve, semejante, al que en muchas ocasiones, mientras se pasa la vida,
volveremos para recordar llenos de nostalgia aquellos escenarios y
conversaciones que nunca más se repetirán.
Él, Alejandro
Gándara, tiene, como nadie, esa capacidad de escuchar en la memoria de una edad
en la que normalmente nos detenemos solo de paso, y hacer con ello, desde un
punto de vista incomparable, donde cohabitan las miradas de niños y adultos, una
de sus mejores novelas, y sorprendernos.
Hace casi treinta años que le conozco.
Me gusta cuando dicen de él que es Heterodoxo. He leído casi todos sus libros y
tuve la fortuna de pasar tres de los mejores años de mi vida en su Escuela de
Letras.
No es fácil hacer solo un breve comentario aquí de esta sólida y magnífica
novela de un maestro, del cual, considero y afirmo que es uno de los mejores escritores
que existen hoy, y del que sabes, desde siempre, que es un gran pensador, no es
fácil para mí, no, porque es que yo adoro a Alejandro Gándara, a todas y cada
una de sus letras.
Madrid, 9
de junio de 2018
Antonio
Misas