Para Julio, Cari, Sara, Antonio, Manu y Clara. Amarillo es el tiempo que nos ha tocado vivir en torno a esta mesa de reuniones. Amarillo es el sueldo que nos pagan y amarillo es JC cuando nos empuja al abismo de su doctrina. Amarillo es el viento violento de la calle cuando nos echamos al mundo. Julio me mira desde ese tramo de la conciencia que se resuelve con la realidad. Está en un plano del conocimiento, en la consciencia de algo que chirría a estas alturas de la vida. Está en eso que se revuelve con una pregunta: ¿Qué hago yo aquí? Cada mañana me doy por vencido, piensa, y se resigna a esa fracción del absoluto. Cari está en la pura alegría, en el alma de ese aparato que debe contener la risa y el regocijo, es la niña necesaria, y con su cara bonita nos va contagiando. Hay afán de conversión en su mirada, convencimiento de que en unos minutos se iluminarán también nuestros rostros. Sentada a mi lado a Sara le retumba el silencio. No hay ya porqué expresar
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein