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Mostrando entradas de octubre, 2016

Ese poema de Ángel González, Cumpleaños

Los olores de los sitios cerrados se han ido pronunciando al descender las temperaturas, pero me doy cuenta que son los viejos los que me crean inquietud, son los viejos los que ocupan el aire que respiro y tal vez es porque en unos años estaré ahí y especularé con todo lo que dejé de hacer por el camino.  Dejé de lado todas las cosas que creí y derroché el tiempo siendo consciente… y lo peor es que me iré deteriorando, convirtiéndome en un ser cogitabundo y molesto. Pero todavía me quedan unas cuantas correrías que perpetrar por ahí junto al arrepentimiento, alegrías y penas. Unas pocas sorpresas inocentes que llevarme con toda esa gente que por alguna razón el karma puso en mi camino, razón que ignoro a no ser que por el hecho de conocerlos me hayan ido auxiliando, ayudando a hallar un sentido a la vida algo más allá de lo puramente palpable, eso que a veces entendemos que es esto en lo que creemos. En octubre de dos mil nueve hice esa foto de un viejo entrando en el metro

Hay una luz que nunca se apaga

Madrid amanece.  Voy en el setenta y siete junto a los colegiales. Me agarro fuerte a los barrotes cuando arranca dando estrincones y sobrellevo esa incomodidad. En Canillejas cojo uno verde hasta Avenida de América y allí me cambio al metro.   La vida se ha ralentizado y eso no es lo peor, lo peor es tener la posibilidad, a causa de esta lentitud, de poder observar con detalle esa parte del mundo que no puedes ver con claridad desde la complacencia de una vida acomodada. Prestar atención a toda esa gente que cada día se sube al metro para, con sus lamentos, solicitar un poco de auxilio a los demás, y advertir como los demás miran hacia otro lugar, o no levantan la vista del último libro basura de la saga Grey, o miran a la pantalla de móvil, ajenos, o no dejan de leer el veinte minutos que dice que ya han empezado los grandes juicios de la clase política, los de las Black y la Gürtel, y que Bárcenas ya ha amagado con tirar de la manta, o que Ana Pastor, la ex ministra de Fome

En el aniversario de “La Revolución de los Claveles”

Seiscientos treinta, trescientos cinco, quinientos veintiuno, ciento treinta y cuatro, cuatro… …por la mañana me llamaron desde ese número largo de centralita. Ni siquiera conozco el nombre de aquella señora del juzgado que me llamaba para ratificar la sentencia y que al día siguiente a las nueve y medía quedé en ir a ver. - No faltes, me dijo y colgó-. Reconozco que al principio me preocupé y pasé el resto del día dentro de un malestar inusual, incrementando el mismo con el que llevaba conviviendo todo este tiempo. La primera semana después de soplar fue de incertidumbre, de pesadumbre, no sabía que ocurriría con mi carnet y con mi vida mientras esperaba el juicio rápido. Deambulaba sin fin por el verano de Madrid sin centrarme en el trabajo de prospección, y por las noches apenas descansaba cuando lograba conciliar el sueño. Hay ciertas sensibilidades que se despiertan en los momentos difíciles, la mente busca incesante la belleza del mundo, la casualidad en las c