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nuestros pequeños problemas

                            Fotografía A.Misas

    Al liar el cigarro, en ese tiempo, le dio para pensar en otras cosas al margen de la conversación o digamos, del propio pensamiento involucrado en aquella conversación. 

    Le vinieron ideas ajenas al momento en el que ocurría lo que estaba ocurriendo. Podía detener lo que le ocupaba hasta ese momento y pensar en otras cosas. 

    Era consciente que ese acto tan simple le separaba de los demás, le detenía y trasportaba a lo no resuelto de su vida para ocuparse de ello aparentando permanecer atento a lo que se estaba tratando. 
    Era una especie de alteración del presente sin que nadie se pudiera dar cuenta que se había trasportado hacía alguna de sus intimidades. 

    Hablar de la actualidad mediática, de las circunstancias, de las supuestas consecuencias, le importaban un carajo. 
    Mantener conversaciones con tu círculo de amigos o conocidos sobre lo que pasaba en el mundo, le empezó a ser ajeno, le aburría de forma irremediable y le producía desidia. 

    Siempre hablando de política, resolviendo problemas que aparecían en las noticias, que se explotaban hasta la saciedad en las redes sociales, o en las tertulias del televisor por críticos y columnistas que se sentían estupendos y brillantes, y que ninguno de ellos podrían nunca resolver, era hablar por hablar. 

    Y a él, siempre le habían interesado más nuestros pequeños problemas.  


Madrid, 1 de abril de 2015

Antonio Misas