Para
Cesar De La Campa Alba, in memoriam.
Hace
dos días que Cesar dejó este mundo y se largó a esa idea que él tenía del
cielo. Hubo un tiempo en el que toda nuestra vida giraba en torno a él. Éramos
tan niños que apenas empezábamos a descubrir el mundo al que habíamos venido.
Él estuvo allí, en esa primera parte de nuestras vidas para darnos la primera
impresión, la primera lección, cuando era el principio de todo.
En aquel barrio
todo hubiera sido miserable sin él, seguro que como la oscuridad sin el
génesis, fue Cesar entonces, nuestra primera luz. Montó una Iglesia, un
grupo scout, una biblioteca, un taller de fotografía, otro de música y el
primer foro de pensamiento al que yo acudí. Fue cuando por primera vez pensé en
las formas, en el nombre de los árboles, en las mareas, en el color de las
flores. Todo lo basó en la bondad, en el reconocimiento del prójimo, en la
amistad y en el amor. Todo parecía un regalo de dios y nosotros, lo teníamos.
Empezamos a pensar distinto en medio de tanta frustración y tanta droga (que
ya por entonces se nos había venido encima). Ayudó sin tregua a aquellos que
prefirieron la oscuridad de la noche, y al final, la muerte.
La
primera vez que fuimos a la Cordillera Cantábrica, a los Picos de Europa, a Los
Pirineos, caminamos junto a él… y sentimos eso de estarle a alguien agradecido,
pensamos por primera vez en qué era estar agradecido…
Hay
hoy en mí, un tipo pequeño con un poco de corazón… que ante la idea de la
muerte sigue sintiéndose mezquino, y que quiere que esto que escribe sea
triste, sin siquiera pensar en su FE. Hay un tipo que hoy quiere detenerse y
pensar en él para echarle de menos durante un segundo (algo de eternidad) ese
tramo de la vida que paseó junto a él y que le marcó para siempre, la fortuna
que le trajo, lo importante que le hizo sentirse, todas las primeras cosas que
aprendió…
Madrid,
12 de Marzo de 2015
Antonio
Misas