Para R Hoy en Madrid hace un viento suave de litoral, las ventanas de la casa hacen un pasillo a la corriente de aire que mueve las páginas del cuadernillo publicitario de Carrefour que subí de la mesa del portal. Se detienen en segunda unidad menos cincuenta por ciento en productos asiáticos… (“En aquellos años no dabas valor a la realidad”, es lo que me ronda por la cabeza, lo dijo R anoche, todo empezó ahí. “Llegaste hasta aquí y te convertiste en lo que eres”, le dijo aquel tipo de sesenta y cuatro años, y después de darle un abrazo a R, me miró a los ojos y me dijo: “R es un superserie”. Yo estaba a punto de dormirme, era más de la una y el pacharán me estaba sentando como un somnífero, el tabaco, como una patada en los huevos. Tres días sin fumar y la intención de volver a correr por las mañanas y allí estaba, encendiendo los cigarrillos uno tras otro. Bueno, me dije, la vida hoy te ha sentado aquí con un señor que quiere tanto a tu amigo (como a un hijo, lo dijo trece
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein