Para
Manuela Lajusticia
La
casa se quedará vacía cuando ella se vaya. Nos deja entre cuatro paredes mal
pintadas y sabemos, que ya no volveremos a oír su voz en el salón, que ya no
disfrutaremos de su compañía, que era, como esa necesidad que a veces se tiene
de tomar vitaminas. En las noches que quedan de diciembre, el viento ronco
todavía girará por las esquinas de la torre, y dentro, no volveremos a tener
ese poco de hogar que en esta casa, nos hacía ella.
Cuando
llegué, para poder pronunciar su nombre tenía que hacer ejercicios: Lena,
Daniela… ¡Nela! Y ahora pienso que no volveré a pronunciarlo, mañana
y pasado, y en un año entero ya no estará con nosotros. Y no sé si volveremos a
verla alguna vez, porque la vida ocurrirá deprisa y ella se irá a Valencia y
luego a Londres y, ¡sabe dios adonde más!… y nosotros permaneceremos como
metidos en los fotogramas de un telefilme inocente de un domingo por la tarde,
tirados en un salón sin muebles… ¡y sin vida!, a solas, con la resaca del
fin de semana, y hablaremos de ella mientras vamos a buscar algo a la cocina…
Nela
se va cuando más nos llenaba esta casa de alegría, y ya no
volveremos a ver saltar las chispas grandes de sus ojos negros.
Madrid,
10 de diciembre de 2013
Antonio
Misas