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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Nueve años

Para AOZ En la retina el sueño. En la memoria, tu rostro. El cuerpo dolorido de no encontrar postura. La mañana fría. La mente liberándose de la resaca de hace dos días. La edad es ese amigo viejo que se va ocupando de ti. No hay alcohol ni sustancia que reviente tu recuerdo, no hay corazón que se duerma cuando el subconsciente prolonga las heridas en ese hospital en el que habito desde niño y en el que tú, fuiste mi enfermera. Todavía abro los ojos para saber que existes y los cierro para seguir sin ti. No hay ruido o sabor que no me traigan tus cosas. No hay mariposas ya, ni penas en diciembre. Viviendo deprisa no se transita la carretera de la paz, no se llega pronto a ningún lugar. Pasarán circunstancias como abejas que enferman y mi sangre será, miel enferma. Antonio Misas Madrid, 27 de diciembre de 2013 

tardes de club y noches de cocina

Cosas que pasaron y que nunca volverán a pasar. Lo pienso mientras plancho camisas para ir a trabajar en un trabajo de mierda, mientras se hacen las lentejas y miro de refilón los zapatos, los tres pares que he limpiado y ordenado. Cosas que no volveré a vivir y que me han llenado la piel de escalofríos, pienso que he sentido eso. Nadie dice nada en el televisor que tenga un poco de interés o de sentido. Por la tarde beberé cerveza en el club con mis amigas, hablaremos de estas cosas que nos pasan en la vida y a veces me harán sentir, un Cristo redimido, otras, seré un demonio mal nacido, pero ellas irán nombrando nuestra vida como en una plegaría que dará sentido a todo lo que nos pasa. Cerrarán junto a mí, etapas abiertas, heridas que sangran.  Veré llover en la noche del porche mientras me fumo un cigarrillo, veré salpicar las gotas de la lluvia sobre las mesas plateadas. La tarde será fría fuera mientras todos bebemos dentro de un anuncio de cerveza. Hablaremos de tu pelo y

Nuestra vida se quedará llena de tu habitación vacía

Para Manuela Lajusticia La casa se quedará vacía cuando ella se vaya. Nos deja entre cuatro paredes mal pintadas y sabemos, que ya no volveremos a oír su voz en el salón, que ya no disfrutaremos de su compañía, que era, como esa necesidad que a veces se tiene de tomar vitaminas. En las noches que quedan de diciembre, el viento ronco todavía girará por las esquinas de la torre, y dentro, no volveremos a tener ese poco de hogar que en esta casa, nos hacía ella. Cuando llegué, para poder pronunciar su nombre tenía que hacer ejercicios: Lena, Daniela… ¡Nela! Y ahora pienso que no volveré a pronunciarlo,  mañana y pasado, y en un año entero ya no estará con nosotros. Y no sé si volveremos a verla alguna vez, porque la vida ocurrirá deprisa y ella se irá a Valencia y luego a Londres y, ¡sabe dios adonde más!… y nosotros permaneceremos como metidos en los fotogramas de un telefilme inocente de un domingo por la tarde, tirados en un salón sin muebles… ¡y sin vida!,  a solas, c

una buena revista en el wáter

A este lado de Madrid la vida es más pueblo. Los transeúntes se van haciendo conocidos y en poco tiempo ya no extrañas a nadie. Te entierras un poco en un sabor rural y provinciano y parece que por aquí Madrid, ya no es Madrid. Queda un poso de un pueblo, casas y tejados de un pueblo, discursos de un pueblo y aunque la mayor parte de sus habitantes son internacionales, no queda un solo ser cosmopolita en Barajas. La noche se cierra pronto, la gente, los bares, los club sociales y hasta los adornos de las calles hacen parecer demasiado local el entorno. Poco a poco te va mermando la capacidad de ampliar el mundo, te vas haciendo un resumen de lo que eres, y te vas convirtiendo en la síntesis de un tipo arrinconado junto a la chimenea. Todo es tan local y tan pequeño. Para salir al mundo, no hay nada como tener una buena revista en el wáter.  Madrid, 9 de diciembre de 2013 Antonio Misas

Nunca volveré a California

El sol brillaba espléndido en la bahía de San Francisco. M y yo, éramos unos niños cargados de ilusiones con toda la vida por delante.  Por la noche acudimos a un concierto en el Pier 39, bebimos y bailamos, y soñamos con ser otros.  Después de unos días, al regresar a Long Beach, estuvimos de copas con Matud, Paul y sus amigos. Paul nos enseñó sus cuadros y un mural que había pintado en un edificio de la ciudad. En aquellos días que pasamos recorriendo California no esperaba nada y lo esperaba todo de la vida y ahora, muchos años después estoy agradecido de todo lo que me ha traído, agradecido de M y del pequeño Al, que a pesar de haberlos postergado durante años, me han esperado como si no hubiera pasado nada, como si todo hubiera sido una laguna para mi mente. Soy un ser privilegiado al que A no acabó de comprender en estos últimos años, pero al que ofreció lo mejor de su vida e hizo feliz y procuró una paz que hasta entonces no había conocido. Sé que nunca volveré a

"A Heart to old you"

Un ángel me dejó enfrascado en un limbo de calles sin salida y mientras pienso en su nariz, escucho esa canción de Keane, en la que Tom Chaplin canta al piano. En una novena planta tampoco se está tan cerca del cielo, aunque una vez puede que lo creyera. Y hasta el café de madrugada se me llena de nostalgia y me sabe a su saliva. Cuando piensas en una mujer crees estar un poco en ella. Repites sus gestos, sus ruidos, sus manías y maneras  y te pones en todas esas cosas que hace para saber sentir, creer estar en lo que es y dar valor a lo que sentiste cuando estabas con ella… y poder agonizar.  Agonizar, es vomitar en diciembre ¡querer ser como tú!.  El amor es tan egoísta… y estoy tan cansando… que hasta me siento cómodo... puede que esté confundido. Y me planteo un futuro que todavía no puede hallarse, arrodillado ante la cubierta de un corazón que no es mío, buscando ese mismo porvenir que nunca viene, esa felicidad que no existe. Madrid, 4 de diciembre d