Por
aquellos días ya no me podía soportar. Lo sentía así, como te digo, desabrigado
por mis propias ideas. Pensando en la retroacción que es vivir. Buscando un no
sé qué en la profundidad de las cosas. Empecé a fumar dos paquetes de
cigarrillos diarios, a darle al güisqui más de la cuenta y al café americano, a
no comer. Me miraba las palmas de las manos peguntándome por qué razón todo se
había vuelto sofocante. Agarraba el vaso y me sentaba en el sillón a ver pasar
la vida. La vida contigo, la vida sin ti, la vida con los demás, la vida, sin
más. Siempre estaba dándole vueltas a eso. Somos actores, me decía, cambiamos
de compañeros de reparto, nada más. Eso de nada más estaba siempre rondando por
mi cabeza. El cerebro era un puto tren limitado por las vías, no encontraba más
caminos.
Gijón,
23 de agosto de 2013
Antonio
Misas