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Mirar con los ojos de Julio…



y ver que en ella hay una buen persona, de ley. De ley es creer en un mundo más justo después de todo lo que está pasando y tener el corazón ingenuo. Lo rumia con devoción y hace una mueca ladeando la boca para agarrarse a la sensación que le produce estar pensando en ella.

En el tren observa a la mujer negra que recorre sin cesar el pasillo largo del convoy. Cuando pasa a su lado oye la retahíla mecánica: “soy madre de dos hijos… no tengo dinero para comer… por favor… a quién pueda ayudarme...”

Observa a la profesora del gorro de lana que corrige exámenes con un rotulador verde.  

Elena entra en el vagón de otro tren y se maquilla con un espejito, se esparce crema por la cara y luego se pasa una esponjita con colorete. No repara en los demás. No siente pudor. Se dirige a una entrevista de trabajo y llega tarde. Piensa en Julio que va  en otra dirección, en el espacio que ahora no comparten, en el tiempo que no están juntos.

Julio piensa en los hijos de la mujer negra que no comerán. En los niños que suspenderán los exámenes. En los padres que perderán el trabajo y en las familias que expulsaran de sus casas...

Madrid, 7 de Marzo de 2012
Antonio Misas