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“Tal vez, algún día, aún a esto lo avivará el recuerdo”



La mujer desnuda se miró al espejo y consideró que la belleza era un estado transitorio y breve. Se sintió contrariada por su edad. El hombre estaba sumergido en la bañera y pensó en el tiempo que había pasado con ella.  Estuvo de acuerdo en que se fue deprisa. Se preguntaba por qué seguían juntos después de tanto tiempo y si permanecía a su lado por cariño o compasión. La mujer le decía que le aterrorizaba verse en los escaparates de las tiendas de ropa. Su rostro reflejado en el cristal junto a los maniquíes ya no era el de ella. Siempre había imaginado una  belleza, que con la edad, cambiaba de forma, una belleza que perduraba a lo largo de los años. 

El hombre levanto el tapón y solo se oyó el ruido que hace el agua por el desagüe. Se incorporó y giró el grifo del agua caliente, cambió la manivela, y el agua salió con fuerza por la pera de la ducha. El vapor fue empañando el espejo y la mujer dejó de observarse, salió del baño y antes de empezar a vestirse recogió el sobre cerrado de la mesita y lo guardo en el bolso. El hombre cerró los ojos cuando el chorro le golpeó en la cabeza, se tapó la cara con las manos y pensó que ella aun seguía siendo la mujer de su vida, su puta preferida.   

Madrid, 2 de octubre de 2012
Antonio Misas