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La canción más hermosa del mundo


Las calles soleadas, los jardines floridos y desde el amanecer miles de gorriones piando alborotados. El bullicio de un domingo de marzo en las terrazas de la plaza donde algún famoso pasará la mañana. La panadería abarrotada y en la cola del quiosco de prensa, escondidos tras las gafas de sol, vamos adivinando quienes somos por el periódico que compramos y de qué lado queremos ver las noticias. Páginas que hablan de muerte en la primavera árabe y del laberinto de Europa, del despido libre y la huelga general del once eme. ¿Si no se suspende el futbol por qué no ha de hacerse una huelga general?  La mediocridad de nuestros políticos adquirida en colegios de pago, su mirada sedentaria, su opus de primavera, versus educación rudimentaria de nuestros acomodados sindicalistas. Alguien que lee en alto el libro que ha comprado en la tienda de libros de segunda mano: “La octava señal del hijoputa es el pijo fláccido y doméstico, en casa de la Parrocha las pupilas se reían del pirulí de Fabián Minguela…”  y le da un sorbo al vermú.
Y yo escuchando la canción más hermosa del mundo… y pensando cuanto me duele saber, que ayer,  también te decepcione… y no sé si el mes que viene andaré también bien jodido por esto y tatareando; ¿quién me ha robado el mes de abril?, pensando lo mismo o volviendo a mearme en algún florero. 

Madrid, 4 de marzo de 2012

Antonio Misas