Le dije que no. Me miró con desprecio y por segunda vez me pidió un
cigarrillo. Abrí el paquete de Pall Mall que acababa de comprar en el estanco
de la estación y se lo di. El hombre salió a fumar al sol. La luz cegó a aquel
viejo y una arcada hizo que se retorciera dentro del abrigo. Observé a aquel
tipo durante un buen rato y me pareció un hombre libre.
Subí al tren para que me llevara lejos de la libertad y del futuro,
pensando, que por mucho que me obliguen, nunca seré libre.
Madrid, 15 de febrero de 2012
Antonio Misas