Al padre de Alberto, a Miguel
Carbajo, In memoria
Dice Juan Echanove que: “Lo que más me
gustaba de Miguel
Carbajo era su bonhomia Sin lugar a
dudas.”
Y yo eso ya lo sabía cuando Alberto me
hablaba de él... pero esta mañana al descubrir la noticia sentí
que nos quedaron pendientes muchas cosas, comprendí que esas cosas
que nosotros no sabemos apreciar se desmoronaron ya con su muerte... y solo
queda en la memoria imaginar y observar al trasluz las partículas flotantes de
una conversación que nunca tuvimos, y que ya no tendrá lugar, la
oportunidad sin esperanza, no es oportunidad.
En cada sobremesa, Alberto me hablaba de
Miguel y de Mar. Adoraba a su Padre y a su mujer, había superado, después
de los años, una distancia difícil. En los últimos tiempos, empezó a
comprenderlo y el viejo, se convirtió para él en un amigo. El viejo
creció en su percepción cuando aprendió a mirarlo como a un individuo y pudo
descubrir al ser humano, dejando atrás al padre que hacía dieciocho años se
había apartado de ellos, y pronto, amplió todos los
horizontes. Aprehender la vida es
aprender a vivir.
Esta mañana hablé con Alberto, me dijo que se fue bien, que se fue tranquilo:
Elevación ( Charles Baudelaire)
Por encima de estanques, por encima de valles,
De montañas y bosques, de mares y de nubes,
Más allá de los soles, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,
Por encima de estanques, por encima de valles,
De montañas y bosques, de mares y de nubes,
Más allá de los soles, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,
Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
Y como un nadador que se extasía en las olas,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.
Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que inunda los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y los hondos pesares
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!
Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!
Y como un nadador que se extasía en las olas,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.
Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que inunda los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y los hondos pesares
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!
Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!
Madrid, 8 de enero de 2012
Antonio Misas