Por el barrio Salamanca Madrid es una mujer bonita.
Un poster siempre supera la realidad. Viajo por el sol de enero entre edificios
de siempre y desde el idiez veo a Guelbenzu. Un
impulso de alegría me pone frente a él y le hablo de cuando hace veinte años en
la escuela..., de lo que le gustan a Sun sus últimas novelas, de la última vez
que nos vimos en Parayas. El me cuenta su retiro, me dice que agradece que le
diga que nos gustan las historias de la Jueza de Marco... porque uno nunca sabe
lo que le gusta de verdad a la gente. Nos despedimos con un apretón de
manos y me voy andando por la acera que da el sol. Giro en la sombra por la
esquina de Claudio Coello con Ayala. Entro en la platería y me reúno con el
tipo Argentino que me habla con exigencias de cliente, incluso me amenaza con
irse a la competencia. Le digo eso de que al día siguiente de que se vaya para
mí ya es un cliente potencial. El tipo me mira con curiosidad, buscando preocupación,
temor, miedo. No sé lo que podrá ver por encima de sus gafas, ni
siquiera cuando pienso que hoy me siento generoso... , que han debido de pasar
siete años desde que decidiera intentar entender eso que llaman, desapego.
En el idiez suena la música cuando
entro en Serrano. El sol atraviesa el parabrisas y el humo del PALL MALL inunda
el habitáculo. La ciudad brilla.