me encontré
con aquel tipo por la acera. Salía de la tienda de la china de comprar
melocotones de los caros y pan de picos. A la hora de comer la ciudad parece
más sincera, los hombres y las mujeres se relajan y hay más de cierto en sus
conversaciones. Nos comimos juntos aquellos melocotones y me contó lo
duro que es permanecer en un desinterés general por las cosas, haciendo
equilibrios en el vacío, no pudiendo disfrutar de un pequeño trozo del pastel
del mundo. Vagaba por las calles buscando permiso, perdón, voluntad de
algo nuevo, una mirada que le pudiera conceder un poco de descanso.
Hubiera sido más fácil tener una ambición, un destino, se veía condenado a
mantenerse en el camino, a observar sin alivio.
Antes de
irse me dijo; "No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche"
y siguió andando por la acera.
Madrid, 7 de septiembre de 2011
Antonio Misas