Me provoca placer el ruido de los patios
interiores en las noches del verano de Madrid. La actividad de la gente en las
cocinas moviendo platos y conversaciones, mezclándose con el último telediario
de la televisión. La voz de una mujer y un hombre manteniendo una conversación
va cruzándose con otras ideas mientras irremediablemente me voy durmiendo. Me
recuerdan a los pocos momentos lúcidos que tuvieron mis padres cuando era tan
pequeño que aun intentaba entender la vida de aquellas personas tan cercanas.
Me tumbo en el sofá de la casa de mi madre
mientras ella en la cocina cacharrea y prepara la comida. Los perros están
conmigo. Entra el sol. Los canarios cantan y se mezclan con la voz de mi madre
que me cuenta historias que yo no intento descifrar. Ella sabe que me habla y
apenas la puedo oír. El duermevela te lleva siempre a cualquier momento. La
campana extractora suena lejos. Mi madre habla a la velocidad que gira la
tierra sobre su eje y sus palabras hacen eco dentro del fondo del mundo.
_¿Sabes que se murió Isabel, la nuera de Sabina?.
En Formentor, Sun me dijo que estábamos en
la playa que había visto en una película. En la playa de sus sueños.
Madrid, 27 de febrero de 2011
Antonio Misas