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Mostrando entradas de noviembre, 2010

“Pongamos que hablo de Madrid”

                                     Fotografía: A.Misas. Madrid 2010 Aquel tipo iba sin rumbo cuando me crucé con él. Empezaba a lloviznar. También me crucé con un chino que olía a imprenta en el momento en que apretaba el agua, se veía intensa en las farolas. Andábamos entre los edificios, resguardándonos de la que se nos venía encima y cuando iba a girar por la peatonal de Montera, me rebasó el chino a toda prisa y después el otro. Le alcanzó y le empujó contra uno de los arbolitos nuevos. El chino se zafó y salió corriendo. El tipo se quedó sentado en el suelo bajo la lluvia. Crucé Gran Vía y entré en la peatonal de Fuencarral y anduve pensando en aquello hasta que volví a ver a aquel hombre con el cartón ya mojado que decía; tengo hambre. Le di la calderilla que llevaba en el bolsillo y me miró como en los cuadros de la piedad. Quisiera tener un espejo retrovisor en el que se reflejara el tiempo. La americana aprieta en los hombros. Huele a lluvia de otoño y a puñales. H

donde ardimos todos

                                     Fotografía A.Misas Madrid 2010 El sándwich vegetal que hay   en ese escaparate me recuerda el empacho que llevo de tanta   estructura de palabras, que me pesan.  Todo se vuelve pesado cuando el tiempo es un lugar en el que por más que lo intentes no te puedes quedar; donde el “hoy es siempre todavía” no es un disparate pero se destapa en una realidad fortuita que te viene tapando con los trapos sucios del pasado.  ¡Quiero que nadie me entienda! es lo que me dice el pensamiento que pensaba ella,   cuando me dijo que me tomé a la ligera la vida de los demás. Dudé de todo de lo que ella estaba tan segura para hacerme a mi hacer memoria.  Volver a pensar en aquel tiempo que regamos con alcohol, aquel con el que quemamos los días de hace ya tanto... días en los que no pensábamos más que en la confusión del momento y no nos deteníamos por el miedo a que alguien se apeara... y porque vivíamos tan cerca del desconsuelo relacional que nos p

La luz instantánea de la tristeza

                                       Fotografía A.Misas 2009 Madrid Para José Luis Conde, Bernardo Alonso, José Antonio Velasco y Juan Antonio. No hace tanto de aquello. Fumábamos en la parada del bus. Era una parada de fumar en el bosquecito de la esquina del edificio. Berny siempre tenía algo bonito que decir a las chicas y las chicas entonces se sentían bonitas. Velasco por entonces llegaba en silencio, ladeaba la cabeza, sacaba solo un cigarrillo del bolsillo, se lo ponía en la boca, lo cubría con una mano, lo encendía y sonreía, y sus ojos pequeños se iluminaban. Las cosas no le iban bien en casa y aquel trabajo estaba llegando a su fin. Conde bajaba después. Se aproximaba por la acera y su gesto serio desaparecía cuando nos saludaba. Se metía debajo del tejadillo y a Velasco, afectuosamente le llamaba “la Velasca” y entonces empezaban las conversaciones, las conjeturas, las oportunidades, las circunstancias de un tiempo que ya no manejábamos pero en el que todos

el invierno

                               Fotografía A.Misas 2009 Madrid Cuando giré por la calle Fuencarral a Divino Pastor, de pronto todo olió a comida. Por la puerta trasera de la Residencia de las Hermanas de María Inmaculada los Peruanos celebraban una fiesta, invadían la calzada adoquinada y las ruedas del coche retumbaban cada vez más despacio. La música y los cantos populares se mezclaban con el olor a comida la noche de todos los Santos. Malasaña era otro lugar, un lugar desconocido. El cambio de la hora anticipaba el invierno, la llegada repentina de la noche y aquel olor, aquella escena de gente tan alejada de su país, de sus pueblos, de sus casas, me producía mucha tristeza... regresaba del cumpleaños de mi hijo... y de pronto supe que había llegado el momento de caer y levantarme, de cerrar los ojos y de seguir ya sin destino, de vagar a ninguna parte y solo quise dormir. Hace ya mucho tiempo que solo quiero dormir. Madrid, 4 de noviembre de 2010 Antonio Misas