En su voz las palabras pesaban demasiado,
describía sueños materializados, y en los silencios, su voz producía ruidos
torpes. Aquella chica tenía buena pinta, era bonita y tenía una bella melena
rubia, iba bien vestida y utilizaba correctamente el lenguaje, había viajado
alrededor del mundo y tenía cultura. El tipo con pinta de duro que la escuchaba
la miró a los ojos fijamente y torció una sonrisa dulce. Ella se sintió
estupenda. Él la cogió de la mano y salieron juntos del bar del hotel.
Por la mañana la encontraron en la
habitación, tumbada en la cama con los ojos abiertos y los brazos en cruz,
desnuda y sin vida. Aquel tipo la había estrangulado y se había esfumado.
Solo había pasado una semana cuando el tipo
con pinta de duro hablaba con una mujer en un bar céntrico de la ciudad, ella
le enseño la placa y le pidió que se identificara. El tipo la miró a los ojos
fijamente y torció una sonrisa dulce mientras metía la mano en el bolsillo
interior de la chaqueta de cuero. Ella sacó la Heckler & Koch de 9mm y
le descerrajó un tiro entre los ojos.
Madrid, 18 de agosto de 2010
Antonio Misas