fotografía A.Misas 2009
La
chica embarazada está sola, sentada, y entra un padre mayor con su hijo Down.
No hay mucha gente en el vagón. El chico se acerca y con la mirada y la sonrisa
acerca su mano a una pequeña distancia de su vientre, pero no la toca. El padre
no le interrumpe y también mira a la chica. Hay sitio a su lado, pero el chico
no se sienta… El chico permanece agarrado al barrote y con el cuerpo anclado al
suelo solo se mueve por el traqueteo del tren. El brazo se ha quedado estirado
y su pequeña mano que asoma por el puño de la camisa solo deja ver los dedos
cortos, estirados, que están esperando a tocar. Él espera a que la chica le
devuelva la sonrisa, pero ella se ha quedado pensando en esos centímetros que
separan. Mira al padre y mira al chico y vuelve a mirar al padre y mira a otro
lugar del vagón. El tren se detiene y el cuerpo del chico se balancea adelante y
atrás. El padre le coge de la otra mano cuando suena el ruido del aire
comprimido y el mecanismo que abre las puertas. El chico la mira por
última vez y el padre da un tirón brusco para que se mueva. La chica ya no
mira, ya no le quiere mirar cuando ellos se van.
Madrid,
19 de junio de 2010
Antonio
Misas