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Mostrando entradas de mayo, 2010

soy multimillonario pero nunca me había sentido tan rico...

es lo que decía Burns a Homer, Apu y Moe, mientras estaban en la bolera poniéndose las nuevas camisetas que les había traído para el equipo pin pals, ellos no querían que jugara, no sabía ni tirar la bola... es lo mismo que le pasa al presidente del gobierno, él se cree Montgomery Burns... ahora están en el congreso con lo de los trece mil quinientos millones de euros que se han gastado para hacer aceras y jardines... con lo de hace tres días, cuando vino a tutelarnos el fondo monetario internacional... con lo de que todos se bajan el sueldo... _"La crisis no es solo dinero, es un estado de ánimo" es lo que diría Burns pero esto ya lo dijo Zapatero... me descojono de risa cuando Juanito nos propone que hoy podríamos almorzar en “El Plátano Gordo”... ¿será algún lugar de Springfield? Me voy que no quiero llegar tarde... ¡ah! no soy multimillonario pero nunca me había sentido tan rico... Madrid, 27 de mayo de 2010 Antonio Misas

Una vez trabajé donde los que están enfadados con el mundo...

La señora directora se ponía tanta colonia encima que le resultaba imposible poder oler lo que pasaba en el mundo, y era imposible que existiera colonia en este mismo mundo que la pudiera cambiar la expresión de la cara, la tía siempre estaba oliendo mierda. Uno de los tipos que solía pasear con ella, era tan gris que cuando bajaba a fumar, prefería mirar el ciclo diario de las farolas que a las chicas guapas que recorrían la avenida. Éste desarrollador de negocio vivía bajo una maldita campana de Gauss. Su vida era una puta estadística. Tenía tantas reuniones al día que su hipotética capacidad para resolver cualquier asunto se veía hipotecada al ser siempre interrumpido por la convocatoria de otra reunión... que por supuesto, convocaba él mismo. Tuve un jefe que me solía decir; “Antonio, baja el pistón”, joder, el hijo de puta era además misógino y encima pensaba que yo era una Ossa Mc Andrews. Era de los que pensaban que detrás solo tenía el culo y, estaba muy equivocado

la manzana de Eva

iba por Martínez Campos mirando la Red Delicious que llevaba aquella chica tatuada en el cuello, era del tamaño de la huella digital de mi dedo corazón, y a todo color, y con un mordisco perfecto, allí estaba, en su cuello, y yo tan cerca de la manzana mordida y mirando a la manzana y a mi dedo corazón, y tan lejos de la parada del Bus, que le vi acercarse a toda velocidad, a más de cien, sin frenos. Pude hasta ver al conductor con cara de velocidad, tirando del volante cuando me rebasó y cuando el taxi se cruzó del carril izquierdo, al derecho, y se apagó la luz verde de libre, pude ver a la señora al lado de la parada con el brazo levantado, pude ver como el bus no pudo maniobrar a la izquierda por el chaval de la moto, pude ver como embistió al taxi y se giró a la derecha y como corría la gente de la parada y como se empotraba contra el anuncio publicitario de la marquesina y hasta lo que ponía en aquel anuncio: “Todas las manzanas rojas tienen en común su sabor dulce.” Madrid, 21

la tristeza del cartero

Para Gonzalo Hernández mientras espero a Gonzalo, estoy apoyado en el buzón de correos que hay en la esquina de carranza, en la puerta del Spingfiel, y se acerca un jubilado con un sobre en la mano, el señor solo alcanza a la visera, me aparto pero no me alejo, el señor mete su sobre y saca una revista enfundada en un plástico con su dirección de destino y me mira, y se encoge de hombros, y le miro, y levanto la cejas, se da la vuelta, arranca el plástico y lo tira a la papelera que hay en el semáforo y se va leyendo la revista. Hay dos chicas iguales vendiendo el oro de la cruz roja, las dos son gorditas y llevan mochila a la espalda. Yo no quiero el oro de la cruz roja, yo quiero que me toque la paga de Nescafe, no quiero el oro. Me apoyo en le buzón y me desapoyo cuando viene un chaval con otro sobre en la mano, fumándose un pitillo entre los labios y poniendo caras por el humo, éste agarra la visera, la levanta y mete su sobre y saca el del señor jubilado. Arranca el sobre y lo ti

Hoy es uno de esos días de, estoy hasta la pelotas

Me importan tres cojones los volcanes que cubren el cielo de cenizas, las mentiras de Zapatero me la traen al pairo, la falange y el juez garzón, como si se casan, la cumbre Europea y Revilla que se enfada y dice que no regalará más anchoas de Santoña pescadas en Alicante. Si el Principe es Rey o si viene la Republica en pelotas por la Castellana cantando el himno de riego con todos los seguidores del Atlético de Madrid, también en pelotas y se bañan todos en la fuente de la Plaza de Neptuno y como si el dios mito le mete el tenedor por el culo al presidente del congreso, o se come un bocadillo de Calamares. Que seguro que hay un telecalamares, porque siempre hay otro cubano que monta un Telepizza y se forra. Me importa tres cojones que Luís del Olmo se vista de payaso para dar un premio a la Pantoja por robar, siempre fue un soberbio y un impertinente. Me la pela Federico Jiménez y el mamarracho de Cesar Vidal y su música Country, es un puto repelente, igual que Javier Marías y su Cor

me quedé dormido antes de lo del super...

Para Alis Gómez, ella sabe por qué. Y esa fue tu suerte me dijo. Creo que aquello se puso como Pulp Fiction. Me lo contó la señora de los sábados. Ella siempre está los sábados por la mañana sentada en el banco que hay en la puerta del Molly Malones, el Iris pub, donde grabaron el anuncio de Louis Vuitton, que vinieron Maradona, Pelé y Zidane.  Ella se sienta a pedir en ese banco todas las mañanas de los sábados para sacarse unos euros. Ella vive de limpiar el Molly pero tiene el vicio de las máquinas. A última hora del viernes la señora pide en la puerta del súper, al negro que vende la farola no le gusta que se ponga allí, me dijo, y entonces fue cuando ocurrió todo. Llevaban una recortada, un arma solo, pero eran cuatro, al del arma se le escapó un tiro, seguramente que por los nervios dijo, le pegó en el estómago al vigilante y éste gritaba como un cerdo, al principio, luego se desmayó cuando se acercó el encargado y le taponó la sangre con el jersey... los atraca

ten cuidado con lo que dices cuando miras

la chica de la libreta y el cronómetro tomaba tiempos en el andén mientras nos bajábamos. Cuando empecé a subir por la escalera mecánica y se me iba abriendo el plano, pude ver al gordito de PROSESA que saludaba a la chica, ya sonaba el pitido y ésta, le decía adios con la palma de la mano y el brazo alzado al mismo tiempo que se introducía en el vagón. El gordito, con cara de aquel chaval que un día fue y la mirada de aquel al que todos pegaban en la escuela, se daba cuenta de que yo no dejaba de mirarle, y con los brazos a la espalda, agarraba la porra y se daba golpecitos rápidos en la otra mano y me miraba. Al llegar arriba, el plano se cerro y el gordito se esfumó al mismo tiempo que mi riesgo, el de poder salir en el telediario de antena3. Cuando salí a la calle, estaban arreglando la acera que da a la tapia del colegio. Los cuatro obreros discutían subidos en las piedras del suelo levantado por la retroexcavadora. No se por qué todas estás escenas me traen recuerdos de la mili.

ella era Angelina Jolie y yo Billy Bob Thornton...

A ella le gustaba arreglar el mundo y a mi pasar el día tumbado en el sofá viendo la televisión. A ella le gustaba resolver los problemas ajenos y yo no era capaz de resolver ni los míos. Ella te despedía hoy y te contrataba mañana y te volvía a despedir al día siguiente. Ella te reñía porque todo lo hacías mal y a mí no me importaba hacerlo todo mal. Ella te perseguía hasta encontrarte y yo cada día me encontraba más perdido. Cuando ella tomaba el rol de su madre, yo adquiría el de mi padre y eso hacía que a mí me llamaran Little Boy y a ella, “Enola Gay, todo lo demás era Hiroshima. Ella cada vez era más perfecta, más amable y más guapa y yo era cada vez más imperfecto, más mal hablado, desagradable y más feo, hasta engordé veinte kilos en este Madrid de los cojones. Nuestra vida era un perfecto desconsuelo, éramos equilibristas sobre cables de alta tensión. Esta tarde me ha vuelto a despedir. Me fui echando humo como si en mi cabeza alguien hubiera instalado la puta chime

octubre, octubre

Para mi amigo Manuel Villamandos   Nos vimos en octubre, llevábamos unos días sin afeitarnos y cuando nos vimos, nos hizo gracia. Nos sentamos a la mesa y nos miramos a los ojos igual que lo hiciéramos un año antes, con verdadero amor fraterno. Le jodía que yo le dijera que él y yo empatábamos bien, él me decía que aquello no existía, que decirlo así no era usual, ni correcto, y yo le decía que para mí sí, que a mí, se me ponía de los cojones decirlo así y entonces él, se echaba a reír. Yo siempre decía que a este tipo me lo había puesto Dios en el camino para saber que soy bueno y soy malo, y para que él me ayudara a encontrarme. Él, me iba descubriendo su vida, sus verdades y mentiras, el arte de la diplomacia y de la guerra, y cada vez se consolidaba más aquel rebrote de fiebre adolescente que nos había dado más allá de los cuarenta. Era, de pronto, mi mejor amigo, mi nuevo hermano mayor. Vivíamos sueltos, despreocupados, disfrutábamos del momento y nos cubríamos las e

juro que la vi y comprobé que era Belén Esteban...

cuando me dirigía a la entrevista de trabajo, al ir a cruzar la calle Génova por el semáforo de la Audiencia Nacional vi una coleta rubia, pegada al cogote de una tía flaca con chándal Blanco y azul y unas grandes zapatillas de deporte. Estaba en el otro lado bajándose de un taxi, se abrió y pasé rápido, casi que silbando lo de sálvame. La tía giró y se plantó en el kiosko de prensa. Me puse a su lado y pensé en pedirla un foto, una foto con el móvil podría dar fe de que no me invento gente... Sun, siempre me lo dice y me manda al oculista... me animo, me acojono, me animo, me acojono, le miro la cara de mala hostia, miró a la gente y veo como la reconocen cuchichean y se ríen. La adrenalina la tengo que se me sale por los ojos, el miedo ¡joder! ¡Megagoental! Soy un acojonao de mierda. Saco el móvil y hago una perdida a ZsunJazz. Me llama, la cuento toda la historia y me dice ¿pero quién era? Sigo atropellándome al hablar y le digo ¡Belén Esteban! y nos empezamos a morir de risa. Me vo

pensé que otra vez me estaba inventando gente...

Salí con una bolsa llena de periódicos para tirar al contenedor verde que hay en Manuela Malasaña . Cuando llegué allí no había. Pregunté a un controlador de la hora y el tipo, me mira y se extraña de que alguien le hable, él sabe que lo que hace está mal, que poner multas a la gente es un mierda de trabajo y me dice que no sabe. Me fui hacia el otro lado y a mitad de la calle vi a una vieja con cara de mala hostia junto a un obrero Rumano en la puerta de un local de copas. ¡Joder, si esta tía es Margarita seisdedos ! sigo hacia San Bernardo y cuando giro la esquina veo que tampoco hay contenedores, ¡me cago en la puta! y dejo la bolsa junto a una farola, en el suelo. Me miro la mano y tengo las marcas del asa de plástico marcado, la abro, la cierro y doy la vuelta. Bolsa de los cojones , la próxima vez va a reciclar su puta madre. Ya no hay vieja con cara de mala hostia ni obrero Rumano. Ya no hay nadie. Me paro en la puerta del local recién pintado y leo, Glam Street y un cartelí

a las seis en la planta quince del edifico de Lan Chile

en Capitán Haya uno, desde donde se ve el Bernabeu, o torres blancas levantándose entre los edificios, adivinando la Avenida de América. Espero y veo mi necesidad más que mis sueños. Me sigo sintiendo un loco lunático, como ayer, que me vi, como Lope de Aguirre, con la cara de Klaus Kinski, en la selva de Madrid en busca de conquistar algún mínimo Dorado, en dirección a la oficina de Goya, hijo de neptuno, pintado en su cuadro, jodido, siendo devorado por el padre estado, perdiendo el dorado... pero con la cara de Klaus Kinski... y en el paro me lo resolvió un tipo con cara de Ángel, sin justificaciones ni excusas... y me reí y le di las gracias y hoy estoy mirando desde la planta quince con esa misma actitud, agresiva, ganadora para conseguir este trabajo, para que no se quede en el camino, como en los últimos meses... sabiendo que ya no lo volveré a vivir, esto no, que no volveré a decir lo mismo, esto que se quedó allí... aunque volveré a mirar así, a sonreír con ilusión y empeño...

eres tonto o te falta el canto de un duro...

Es lo que mi padre me solía decir cuando algo de lo que hacía no le parecía bien... y ahora, abro la ventana y me quedo pensando en los tiestos de mi madre, en la tierra de aquellos tiestos siempre húmeda, donde enterraba la realidad de aquellas palabras, cubriéndolas con la desgana del inmediato recuerdo de su voz. Me he dado cuenta de que olvidé sellar la cartilla del paro el veinte de abril... mientras, veo en la tele a los de los sindicatos, liberados, aburguesados, sin nada mejor que hacer, encabezando la manifestación del primero de mayo y recuerdo cuando los de UGT me estafaron con aquello del plan social de la vivienda, PSV, y que por eso, cuando se quedó desierto el comité en la empresa, me presenté y me afilié a CCOO, y éstos me echaron de una convención de delegados porque lo que decía era demasiado liberal y no me callaba... Me gustaría poder hundirla con los dedos junto a los geranios de los tiestos de mi madre y el olvido. La memoria digo. Madrid, 2 de mayo