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hay que ser amigo de los peces

Para Nuria, Olatz, Ruth, Gonzalo y Antonio

Voy andando de madrugada bajo la lluvia fina...
Las calles no son iguales dentro de esta percepción mecánica
Los pasos se suceden sin voluntad pero en dirección a casa
Pensar, sin querer pensar, pensar en vosotros por la inercia...
Trayectos de imágenes superpuestas,
Sentir el frío, oír el silencio, oler la humedad, mirar y no ver, querer flotar...
El agua es barro, el aire es barro, el silencio es barro...
Crisis, crisis, crisis y los nervios tan, tan templados...

Acabo de dejaros en un taxi y no sé cuando nos volveremos a ver,
Nos dieron demasiada cena, la cena no era lo importante...
No pudo venir Olatz por la nieve, hubo en todos un silencio, hubo un instante.
Aquel tipo decía que era bailador flamenco
Todo estaba lleno de gorilas y modelos cuando me pidió fuego,
Luego no se despegaba de mi por haber sido amable...
Yo quiero estar en nosotros... pero, hay que ser amigo de los peces.

Al salir, ya era muy de madrugada pero solo había noche,
Los oídos me zumbaban, era tarde y a mi me preocupaba.

Más allá, la lluvia era fina... donde el taxi.

Nos despedimos donde la risa de Nuria cumplió un año más,
Donde durante toda la noche, Gonzalo convirtió un territorio en un país,
Donde Ruth hizo de aquella hermandad, un imperio,
Donde Antonio volvió a llenar el espacio inconmensurable,

Y en aquel apeadero me pareció, cuando me quedé solo,
Un segundo antes de empezar a andar...
Volver al instante de la ausencia de Olatz...

Todo se dimensionó, todo, hasta convertirse en una estación principal...
Donde me detuve para poder observar estas y otras pequeñas cosas de nuestras vidas.


Madrid, 11 de enero de 2010
Antonio Misas

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