Los hilvanes del tiempo. Novela. Isabel Hernández Gil.
Corre
el año 1968. Madrid está de moda. Blanqui aparece en el Madrid del 68 como
tantas chicas y chicos adolescentes naturales de provincias y de los pueblos de
nuestra geografía. Blanqui aterriza en Madrid nada más cumplir la escuela. Se
da de lleno con la capital y también con el incipiente cambio político. Aunque
ella no alcanza a entender esas pequeñas pinceladas que percibe en la historia
social y política de la capital, ella no ha estudiado, ella qué sabe. Su vida
circulaba por otros mundos. Por sus mundos particulares. Los hilvanes del
tiempo nos cuenta la historia que transita por los mundos de Blanca atravesando
el tiempo y la vida. La vida, que, en el transcurso de un mes y medio, en el
otoño de 1975, le da un vuelco en el que ya nada volverá a ser como antes era.
Solo hubo un hombre con el que ella hubiera podido marcharse al fin del mundo,
pero eran otros tiempos. A Blanca Olivar todavía le sobrecoge ver una
abolladura en el capó de un coche. Pasar delante de un estudio fotográfico.
Escuchar los acordes de una guitarra. Respirar el humo mentolado de un
cigarrillo. Encontrarse con una chaqueta de cuadros azules y blancos, un
pañuelo palestino, un traje de color gris plata, un cenicero amarillo de
plástico duro, un encendedor Clipper negro. Encontrarse con el vaivén de las
cabinas del teleférico de Madrid. Cualquier artículo, cualquier documental,
cualquier película, cualquier información donde se nombre o aparezca la palabra
Canadá. Canadá ha ocupado, y siempre lo hará, un lugar importante en la memoria
de Blanca.
Hace un par de semanas que escuché la voz de
Blanca Olivar mientras leía «Los hilvanes del tiempo». La voz de la
protagonista, Blanca, tiene tanto
interés e importancia en sus diálogos y reflexiones que sin duda apoya a un narrador,
bien concebido, para contarnos como nos cuenta «Los hilvanes del tiempo» novela
de Isabel Hernández Gil.
Blanca, protagonista de la novela, destila bondad
y romanticismo a lo largo de la historia. Al principio encarna el sacrificio
de las tradiciones, la educación de la época y la esperanza de las personas que
provienen de familias humildes por alcanzar un futuro que promete la transición
y que cambiará para siempre el mundo de los desheredados. El narrador nos deja
ver los escenarios desde el 68 hasta nuestros días con pinceladas históricas
situando a los protagonistas a la par de algunos de los acontecimientos más relevantes.
Todo en la novela contado desde el romanticismo
que resulta, no sin muchas dificultades, nos lleva a una historia de amor no
tan inocente que ocurre en el otoño de 1975. Aquí se piensa que el
planteamiento, nudo y desenlace se producen de una forma regular y resuelto
esto ya nos esperamos un desenlace final, más o menos cargado de melancolía y
de lo que pudo ser y no fue donde se recree la apoteosis de esta historia de
amor, pero, el giro inesperado para el lector llega a ser tan sorprendente que
la historia se convierte de pronto en un verdadero thriller sucediendo una
serie de sucesos extraordinarios que hacen que el final sea otro, imprevisto,
insospechado.
No sabría decir si este final imprevisto es
mejor o peor, o si me esperaba algo como lo de aquella película de Mike Leigh,
Another year, donde no sucede nada, solo lo irreparable de la vida.
Madrid, 18 de febrero de 2018
Antonio Misas