Para Cristina Cuadrillero
Me sonreía con toda la vida de sus ojos. Nunca
conocí a nadie así, a nadie que me hiciera considerar con su sola presencia que
el mundo estaba lleno de regalos. Hasta entonces nunca me había detenido en una
amistad tan entusiasta. Me refiero a la alegría que me daba verla. ¿Imagínate si
pudieras alguna vez elegir a todos tus amigos ideales para que solo ellos conformaran
tu mundo? Yo ya lo había soñado de niño muchas veces y muchas veces lo había
olvidado, pero ella me lo recordó y lo saqué del olvido. Conocerla fue como
salir al recreo.
Me trajo todas las cosas buenas y la vida me fue
ocurriendo mejor con esa gratitud que me vino al conocerla. Y fui comprendiendo
el sentido de encontrar lo mejor de los demás en los demás, y así, experimentar
la satisfacción consciente y la fortuna que su carácter bondadoso me
proporcionó para poder razonar otra representación del mundo.
Han pasado muchos años desde aquellas primeras
impresiones y la sigo queriendo y pensando cada día que vivo como el que reza a
dios.
Todo esto lo estoy cavilando en septiembre,
en su fiesta de cumpleaños. La casa está llena de amigos y un halo de alegría
recorre todas las estancias. En la cocina Kike ha colocado a alguien
lo de cortar el jamón. _ Kike, la cerveza nunca está fría en esta casa, le digo
y ¿Por qué bebemos vino de Rioja si vosotros sois de Aranda?- Reparo en que
cada año le digo las mismas cosas de siempre. Ella va enfundada en un vestido
negro de cuero, está preciosa y sonríe con esa alegría que digo y se hace fotos
con todo el mundo. En la terraza su amiga V Blasco está contando historias
divertidas y todas las chicas que están con ella ríen a carcajadas. V tiene una
capacidad asombrosa para hacernos reír, no hay prejuicios ni tabús en las
historias que cuenta, sabe burlarse de la vida como nadie, cuenta como es ella con sarcasmo , adoro sus ocurrencias. La cocina parece el pasillo del metro, y
en cada grupo de gente hay una conversación animada en la que participar.
Todo esto lo voy cavilando de regreso a casa.
Son las cuatro de la mañana. Pienso en cuando no podía invitarme a su
cumpleaños porque iba M, al principio de separarnos, y hoy estuve hablando con
M en la fiesta, hablamos de muchas cosas, sobretodo de nuestro hijo. Nuestros
hijos han crecido juntos, han jugado juntos mientras nosotros nos íbamos conociendo
y haciendo amigos. Ella me ayudó en aquellos momentos llenos de controversia
que me tocó vivir. La vida nos ha traído de todo, nos ha dado y quitado muchas
cosas, pero hemos ido aprendiendo a vivir resolviendo con determinación todos
nuestros problemas y permanecer aquí, así, sabiendo que nos merecemos descansar
del mundo.
Me duermo pensando en ella, repitiendo en
silencio el último gracias del día, gracias por ser mi amiga y por hacer que mi
vida, hoy, también haya sido mejor.
Madrid, 13 de enero de 2018
Antonio Misas