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Toda la gratitud, toda la suerte

Para Lucas y Jenny, y Leo


Siempre me mostré condescendiente con la gente que proviene de otras culturas. Me resulta curioso que por sus costumbres piensen y vean una infinidad de cosas de forma tan diferente. De alguna manera nos abren a otras convenciones y a pensar en cómo otros conciben el mundo.

Jenny es de otro lugar y siempre me asombró su manera de tener en cuenta a los demás. Su atención, su aceptación siempre me ha hechizado y lo sigue haciendo. Durante unos momentos me quedo ralentizado recreándome en eso que percibo diferente. El mundo discurre y yo estoy quieto apreciando ese momento. Es fascinante. Puede que nosotros seamos más rudos al respecto porque por nuestra educación no estamos dotados de su delicadeza. Ella lo nota, yo sé que ella lo nota y sé que nunca se acostumbrará. Y hasta puede que este tipo de convenciones le pueda causar algún  desencuentro con Lucas.

Digo su nombre y se me pone una sonrisa inmensa, jamás pensé tener la fortuna de conocer a un tipo como Lucas. Vero siempre dice que le recuerda a Nadal y cuando se refiere a ellos o habla con él y con Jenny,  yo noto cómo los respeta y cómo los quiere. Entonces a mí todo se me convierte en esas cosas buenas que me ha traído ella.

Cuando charlo con él casi todo lo que me dice me parece ejemplar, me refiero a la honradez con la que dirige sus asuntos. Es mucho más joven que yo y puede que hasta cien veces más maduro. Me habla de la vida con el cariño de un hombre que se ha curtido con esfuerzo y al que nadie le ha regalado nada, enfatiza cuando dice esto. Quiere mostrarse como un tipo duro, pero yo solo distingo a un hombre con un gran corazón. Alguien al que querer porque hay fraternidad en todas las palabras que me da. Con él nunca hay falsa apariencia en la normalidad de las cosas. Me abriga con sus ideas cuando le hablo de mi estancamiento, de mis dificultades con los trabajos mal remunerados y de lo poco que me importa esta situación de precariedad personal.

Nada de esto último que digo importa ahora, al fin y al cabo estoy disfrutando de una velada espléndida, donde la generosidad de todos ellos me ha traído a un lugar donde nunca imaginé estar, con una gente con la que nunca esperé compartir tan buenos momentos. Y mientras nuestra reunión va llegando a su fin, veo como Leo se ha quedado dormido en el sofá, como sueña con la inocencia del mundo…

Y siento toda la gratitud, toda la suerte. 

Madrid, 2 de noviembre de 2017
Antonio Misas