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silencio de suposiciones

para JM

    Tenía la costumbre de caminar ensimismado por la calle con ese aspecto que tienen los locos a los que el mundo les da demasiados quebraderos de cabeza y en apariencia les es ajeno. 

    Era uno de esos tipos que caminan descuidados y que suelen vivir inmersos en sus utopías. No ignoraba las preocupaciones corrientes de su gente y aunque sabía que eran inevitables, también sabía que se correspondían de forma indivisible a la totalidad de sus desventuras. En el duermevela de la madrugada, tuvo la certeza de que en los entuertos de vivir se obtienen más escenarios erráticos que aciertos, y con ello, una impotencia que se va acumulando y que acaba sumiéndote en una consciencia de soledad.

    Él comprendía que estas cosas pasan hacía adentro y que muy pocos podían percatarse de sus momentos de desasosiego.

    Le hubiera gustado ser de otra forma en la vida pero las circunstancias le llevaron a creer ser ese que transitaba y cavilaba así, y sabía que ya no habría manera alguna de sustituir esas inclinaciones a infligirse cierto castigo cada vez que se aislaba y que esas suposiciones le rondaban. 

    Había tanta impotencia en eso, que el deseo de realización cada vez que intentaba una buena acción hacía los otros casi se convertía en un desacierto. Todo aquello le parecía impropio del momento, así que decidió volver al mundo y alejarse de aquel en el que pensaba pues ya no estaba seguro de que aquel tipo fuese él. 

    Se fijo por primera vez en el sol de la mañana, en el bullicio de los viandantes, oyó el claxon de los coches... vio el brillo del agua en la bahía, olió el frescor de la hierba recién regada, vio a los jardineros arrodillados plantado flores, oyó los graznidos de las gaviotas que se mezclaban con los gritos alegres de los niños... sintió la mano de Begoña apretando su mano, observó su piel blanca, y como el viento la despeinó, y su pelo le acarició a él en la cara, sonrió con su sonrisa de siempre y escuchó su voz que pronunciaba su nombre... y esas cosas le proporcionaron el silencio a sus suposiciones. La seguridad de que esto que ahora sentía, sí era él.   

Antonio Misas
30 de junio de 2015