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Cine. Birdman.


    Puede que al principio se durmiera viendo la película, que le agotara ese plano secuencia y que no me diera cuenta de cuando el sonido dejó de ser un ruido fastidioso e infernal que parecía salir del fondo de una lata amplificado para molestar al espectador. 
    Puede que se despertara y empezara a interesarme porque en una escena de un teatro le pareció reconocer el ensayo de una adaptación de ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? pero el plano secuencia no dejó de molestar hasta el final. 
    Le pareció que el director había adaptado todo aquello para todos los perdedores de Hollywood. Debe de ser así contarlo desde dentro.     
    La película era una verdadera mierda que contaba desde dentro la frustración, el fracaso y la borrachera de recuperar la fama y la familia.

    Siempre admiró a Garci cuando le escuchaba hablar de cine, se preguntaba si el pudiera, si llegaría a sentir eso alguna vez, sentir todas esas cosas maravillosas que Garci decía cuando iba a ver una película. 
    
    Él solo siente desasosiego cuando regresa del cine.

    Cuando hacía el mundo real y sale andando entre la gente de una sala donde se le permitió soñar, nota la tensión baja cuando se percata que sus ojos se van adaptando a la luz tenue de la antesala y la mente, a regresa a una vida carente de emociones intensas, vertiginosas y se ajustada a un metraje limitado, y esas escenas se van esfumando de su cabeza como los sueños al despertar, y todo se vuelve otra vez lento y tedioso. 

    La vida es desaliento después del cine. No la puede observar como un espectador. 
    
    Desde afuera las obligaciones, las responsabilidades, los compromisos, las propias relaciones con los otros no se ven con alguna expresión artística que ofrecer. 
    No hay música para hacerla más bella… ni dirección de fotografía que represente las imágenes que te acompañarán en esa escena y que se podrán ver las veces que quieras recrearte. 
    
    La vida es desaliento después que pasa y todo parece haber sido una ilusión.   

Madrid, 1 de Marzo de 2015
Antonio Misas